Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








domingo, 8 de marzo de 2015

AVELINO "TOFITO" SUFIA: EL MAESTRO

La muerte es un paso inexorable en la vida. Un punto al cual todos nos resistimos y no queremos llegar. Ahí está ella, no es ni buena ni mala, simplemente es.

Hace un mes nos conmovimos con el brutal ataque a nuestro querido Tofito. Estamos casi acostumbrados en esta Argentina de los últimos años a hechos de violencia cotidiana. No nos inmuta. Pero la noticia a aquellos que lo conocimos sí nos llegó al corazón. Ayer a la tarde hablando por teléfono con mi papá me decía “Lo de Sufia me hizo mal, porque él no era un maestro cualquiera, él era como de la familia”.

Fue maestro de mi primaria en cuarto y quinto grado. Recuerdo su forma serena de transmitir los conocimientos y su fuerte actitud cuando debía ejercer justicia ante lo injusto. Siempre bien vestido: sus pantalones impecables, sus camisas planchadas en forma puntillosa, su saco a cuadros y su corbata al tono. Su letra caligráfica, imborrable en nuestras mentes ya que uno sabía cuando él escribía en el pizarrón de cualquier aula. Siempre dispuesto a escuchar.

 
Era la primera vez que teníamos un maestro varón. El temor corría en nuestra sangre, pero con el pasar del tiempo, de los días, se fue diluyendo porque su trato amable nos fue dando la confianza en esa persona al que llamábamos profesor o maestro Avelino o Sufía. Luego iría surgiendo con los años el Tofito.

Para el día del maestro le regalamos una bicicleta de color naranja. Los padres juntaron el dinero, fueron a la fábrica Clerici y la trajeron. Por años lo vimos en su simplicidad dando vueltas por todo San Francisco con esa bicicleta y no la puedo dejar de asociar al tango-polca “La bicicleta blanca” del maestro Ferrer que diceEl flaco que tenía la bicicleta blanca; Silbando una polkita cruzaba la ciudad”.

Con esa bicicleta hicimos diversas excursiones, eran verdaderas salidas de estudio. Íbamos a tal o cual campo. Cuaderno, vianda y cada uno en su bicicleta. También era un tiempo para hacer bromas o gastadas a los compañeros. Nadie dudaba de su responsabilidad como maestro hacia cada uno de nosotros. Eran tiempos en que los padres sabían que el maestro enseñaba y educaba, y reforzaba todo aquello que se aprendía en la casa. Ningún padre se habría atrevido, ni siquiera pensado desautorizar al maestro o menos ejercer violencia sobre él.

Papá me contaba una anécdota: una mañana Tofito citó a los alumnos de un grado –voy a reservar el año y los alumnos aunque los conozco- para realizar una salida hacia Josefina. Estaban cada chico con su bicicleta y los papás esperando para que partieran. Él agarró una lista y empezó a nombrar a varios chicos, y después agregó “ustedes no van y ya saben porque, hablen con sus papás”. Fue  sorpresa para los padres y  no  para los chicos que no habían hecho en algo muy simple “no  numeraron  las hojas de todos los cuadernos en el tiempo y forma que lo había solicitado”. Por eso sabía ejercer la justicia sin importarle condición social ni apellido.

Si un chico tenía problemas o faltaba por alguna enfermedad a clase él se llegaba con su bicicleta hasta la casa para preguntar por su salud y cómo iba con el estudio. En ese tiempo no había fotocopiadoras y los papás iban a la tarde a la casa de un compañero a buscar la tarea. Aún en la cama enfermo se llevaba día a día lo realizado en clase y cuando nos reintegrábamos no nos faltaba nada. También leyendo algún cuaderno que todavía da vueltas en mi biblioteca vi que tenía la pedagogía de la autocorrección y observando dos de ellas recabé en dos compañeros: uno Sergio Gazzola que estuvo en un breve tiempo en el grado y el otro Claudio  A. Ferrario que falleció luego de un accidente en bicicleta.

Cuando fuimos a ver “El hombre de la Mancha” recordé que nos había hecho actuar para una fiesta de fin de año del colegio. La fiesta se hizo en el antiguo Cine Mayo de la calle Garibaldi. Tuvimos que ensayar durante mucho tiempo. Los ensayos eran a contraturno. A la mañana se iba a la escuela. Teníamos unos trajes negros y había un dios Balabú al cual le rendíamos homenaje, con danza y música, según la crítica del momento fue muy buena. Sufía era un hombre educado y un maestro culto.

Conocía de literatura, de cine, de música y de todos los temas que pudieran ayudar a formar personas. Cuaderno, tiza, ejercicios, libros, Así fuimos hilvanando el conocimiento en nuestras vidas. Nos hablaba “de la dignidad, de la ética, de la caballerosidad, aquellas que nos lleva a los caballeros de la mesa redonda y al mítico reino de Camelot….veía la magia dónde no la había” (Introducción en el programa “El hombre de la Mancha” versión musical, Bs. As., 2015)

Estimo que mucho de mi vocación a ser docente se la debo a él. Hace unos diez años en mi última visita a San Francisco nos cruzamos. Estuvimos charlando. Me contó que daba catequesis y estaba con varios proyectos. Nunca dejó de hacer cosas. Siempre jovial, ameno y bien vestido. Todos los querían, cuidaba unas tierras contiguas a su casa del ex ferrocarril Belgrano y había realizado un pequeño paraíso. A todos les regalaba plantas y flores.

Seguramente cada uno de mis compañeros y cada persona que lo fuimos conociendo a través de los largos años podríamos contar cientos de anécdotas que vivimos con nuestro querido TOFITO.

Este pequeño escrito quiere ser una carta de agradecimiento a una de las personas que en la infancia, una época de sueños, de quimeras, supo plasmar en el corazón y el espíritu de cada uno; el luchar por los molinos de viento, o sea por los ideales de la vida. Su mensaje siempre fue de paz, de diálogo en tiempos de los setenta donde la violencia era una cotidianeidad y la ciudad de San Francisco no escapaba a ella, sino recordemos solamente “el  Tampierazo” y aquel muchacho Molina asesinado por un policía en esa triste jornada.

El 15 de noviembre del año próximo pasado él estuvo almorzando junto a todos aquellos compañeros de la decimotercera promoción – la 13- que se juntaron luego de treinta y cinco años de egresar del Instituto Sagrado Corazón de los Hermanos Maristas.  Estuvo alegre, jovial y con ganas de compartir con sus alumnos ese espacio de reencuentro y camaradería. Seguramente desde su madurez habrá mirado con alegría el florecer de lo que había sembrado durante tantos años y sentirse satisfecho de su labor como MAESTRO.

 
La Pascua de Tofito fue para todos nosotros volver a pasar por nuestro corazón y nuestro espíritu todo aquello vivido en estos largos años junto a él. Esa es su Resurrección, en cada uno de nosotros. Podría aplicarle a Avelino “Tofito” Sufía aquel final que escribí hace unos años para otro gran maestro de mi vida que fue Pedro Armano: esa frase de Adso de Melk, uno de los personajes de “El nombre de la rosa”: “Y es duro para este viejo monje, ya en el umbral de la muerte, no saber si la letra que ha escrito contiene o no algún sentido oculto, ni si contiene más de uno, o muchos o ninguno.”.
Este monje adulto le dice a usted TOFITO que tenga la tranquilidad que la letra escrita tuvo un gran sentido porque cultivo el don maravilloso de la amistad.”.

¡¡¡GRACIAS TOFITO!!!

4 comentarios:

Inés Monge dijo...

Gracias Sr. Dalbessio por tan emocionante homenaje. realmente así era él. Fui su vecina muchos años, y siento dolor al pasar frente a su casa y su jardín en el FF.CC. que hizo con tanta dedicación. Un ejemplo de maestro y de persona. Gracias.

Roberto dijo...

Gracias Sergio por el recuerdo de Tofito. No lo tuve de maestro en la primaria, porque entré en el secundario a ese colegio. Desde el piso de arriba lo veíamos siempre vestido pulcramente, con esos bigotes temibles. Años más tarde, ya recibido, tuve oportunidad de charlar con él y descubrí a una persona exquisita. Así era él. Saludos desde la promoción '82.

SERGIO DALBESSIO dijo...
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SERGIO DALBESSIO dijo...

Gracias Inés y Roberto por los comentarios. Gracias. Lindo barrio al lado de esas vías donde jugué durante mi infancia y bien por la promoción 82, soy de la 79 XIII promoción.