Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








martes, 18 de octubre de 2016

DOÑA PILAR, UNA CARICIA DE DIOS...

Hace tiempo que vengo pensando unas líneas para hacer un homenaje a una persona que conocí y valoré mucho en el Instituto Santa Cruz, donde vengo trabajando desde el 1 de agosto de 1990. 

Esa persona es Doña Pilar. Una persona que comencé a descubrir con el tiempo y a medida que fueron pasando los años y en numerosos los diálogos encontré a alguien de una gran fe y de un gran amor.
Doña Pilar la que cuidaba las plantas del tercer piso con esmero y dedicación. Doña Pilar la abuela que vivía preocupada por sus nietos. Doña Pilar la que se ocupaba de sus hijas y se desvivía por sus vidas. Doña Pilar la que tenía siempre el café presto para sus queridos profesores.

Doña Pilar y su infaltable sonrisa
A veces me decía: “Sergio cuando tenga un ratito me gustaría charla con Ud.”. Un diálogo con ella equivalía a aprender para mí. Me hablaba de su querido y amado Ramón. De sus hijas y las preocupaciones que tenía. De las cosas del colegio. Siempre prudente y precisa. 

Me dijo luego de retirar los restos de su hijo del cementerio de la Chacarita: “Sergio he pasado nuevamente por el mismo dolor que tuve cuando mi hijo murió”. 

Los visité varias veces en su departamentito de la calle Boedo. Ramón y ella gente sencilla y abierta, de gran corazón. Cada palabra de ellos se transformaba en evangelio para mi espíritu y mi corazón. Ella me pedía consejo a mí y nunca se enteró que era yo el aconsejado.

Una vez participó de una reunión en el colegio y propuso que no se descontara los días de paro o bien el presentismo a los que no podíamos ir por problemas de transporte. Me dijo: “cuando lo dije pensé en Ud. y Cristina que vienen de tan lejos y no tienen auto”. Evangelio puro, nada más para agregar.
Lloraba en cada internación y operación de Ramón, su ser amado. Siempre puestas en las manos de Dios.

Todo lo que ella me dijo durante tantas y lindas charlas –muchas entre mate y mate- han quedado grabado en mi corazón – personalmente he mantenido esa fidelidad sacerdotal laica de no revelar lo que he escuchado y la persona me pide esa discreción. Ella ha depositado en mi corazón su fe y su amor.
Cuando su querido Ramón tuvo su Pascua ella no era ya la misma. Me hablaba de sus hijos, sus nietas…pero yo sentía en sus palabras y sus lágrimas que estaba con su ser amado.

Doña Pilar al lado del P. Marcos y junto al Personal de Maestranza
Contuvo su enfermedad en silencio durante años, cuando Ramón se fue ella soltó ese dique y comenzó a caminar hacia él.

Hoy con tantas reivindicaciones quiero hacer memoria de una gran mujer que he conocido. Su figura diminuta se ha acrecentado con los años, sus silencios se transformaron en palabras y sus gestos en vida. En Doña Pilar he sentido siempre la presencia y el bálsamo de Dios en nuestra existencia.

GRACIAS DOÑA PILAR!!! Ruegue por nosotros. Amén.