LA ESPERA
¨Todos compartimos el mundo por un breve
tiempo” (Desconocido)
La señora Mónica se levantó temprano como lo
hacía todos los días. Encendió la hornalla, llenó la pava con agua y la puso
sobre el fuego. Vacío el mate del día anterior en el cesto de los residuos que
estaba sobre la mesada. Apenas la pava comenzó a silbar la retiró del fuego,
luego lleno el mate con yerba, mojó levemente la yerba, introdujo la bombilla y
lo llenó con agua caliente, así tomó ese primer mate de la mañana. Puso el resto
del agua en el termo, apagó la hornalla, salió al patio y miró las plantas. El
sol iba descorriendo de a poco las sombras de la noche.
La Señora Mónica tomó varios
mates seguidos, luego sacó la traba de la puerta que daba a la calle, destrabó
los pasadores, puso la llave, la giro dos veces y bajando el picaporte abrió la
puerta que la devolvió al mundo de los mortales. Mirando desde la puerta saludo
a algunos vecinos que pasaban rumbo a sus trabajos, a otros que barrían de sus veredas las últimas hojas que estaban cayendo del otoño
y a los que paseaban sus perros.
Luego de un tiempo de mirar, caminó hacia la
esquina, vio que los recolectores de residuos se habían llevado la bolsa que
había depositado en la tarde anterior en el canasto sostenido por el palo de la
luz.
Volvió a entrar, siguió tomando unos mates,
encendió la radio, escuchó las noticias y luego se puso a esperar. De la radio
salían voces con comentarios, propagandas y noticias. Ella estaba sentada y esa espera se alternaba con los mates que
seguía tomando. No puedo saber lo que piensa, su rostro no delata nada. Puedo
percibir que detrás de los gruesos
anteojos están sus ojos fijos.
El tiempo pasa, los segundos le dan paso a los
minutos y estos siguen girando en el minutero del reloj y así va cambiando la
hora. La espera avanza. ahora junto a su ansiedad. No llega lo esperado. Tarda
más de lo habitual. Se levanta, toma el teléfono, disca el número y luego de un
rato de espera nadie le contesta. Cuelga
el teléfono y se vuelve a sentar.
Continúa
esperando. El tiempo no se detiene. El tiempo es como la vida, aunque estemos
sentados y no hagamos nada con ella sigue corriendo. Tarde o temprano llegará
lo que ella espera. Sentada escucha un golpe que interrumpe esa tensa espera.
Un golpe le sucede a otro. Se levanta casi automáticamente, llega a la puerta y
la abre y se saludan.
La Señora Mónica le dice: “un sifón por favor”.
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