EL HOMBRE DEL VIOLÍN
|por:
Sergio Dalbessio|
Sergio Dalbessio.
Licenciado en Educación, Docente, Catequista. Especializado en Docencia en
Entornos Virtuales.
“Cuando el sol se va ocultando, y se muere
lentamente, cruza un alma
doliente en el atardecer. ¡Ay, Señor! ¡Cuánta
amargura y dolor!”
- Plegaria (E. Bianco. “El tango de la muerte”
Rescatado por Paul Celan, poeta sobreviviente).
He realizado una visita guiada al Museo del Holocausto, que se encuentra en nuestra
ciudad de Buenos Aires.
En estos momentos en el Museo se exponen las fotos
de la muestra titulada: “Un día en el Ghetto de Varsovia. Regalo de
Cumpleaños”. Dichas fotos fueron obtenidas por un oficial nazi que cuidaba
el Ghetto de Varsovia. En el día de su cumpleaños se paseó por dicho lugar
retratando imágenes de lo que sucedía en ese barrio cerrado que obraba como
prisión para los numerosos judíos que habitaban en esa ciudad de Polonia.
Guardó el rollo y poco antes de morir las entregó a una revista autorizando a
su publicación el día que el muriera, así se hizo.
Todas las fotos tienen su historia y producen un
enorme impacto en aquellos que las observamos detenidamente (más fotos y
testimonios en: MUSEO
DEL HOLOCAUSTO – RECORRIDO POR LA MEMORIA…).
En mi caso todas me conmocionaron, pero recalé en
la foto superior. Un hombre, en medio del dolor y de la muerte, prisionero,
alejado de su lugar de origen, de sus pertenencias. Sin embargo a pesar de su
tragedia, está ahí sentado junto a un niño y tiene su violín. Me imaginé la
música que podía sacar de su instrumento para calmar tanta soledad y tanta
amargura que caminaba a su alrededor. El violín habrá sido su nexo con la vida,
con ese hilo que a pesar de todo nunca se quiere cortar y da a la raza humana
la posibilidad de sobrevivencia, aún en los momentos más oscuros y dramáticos
de nuestra existencia.
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