“El único amor
compartido que puede separar a dos hombres es el amor por la misma mujer; pero
el amor por una misma música, o por un mismo lugar querido o por una misma
poesía, une profundamente y puede ser el fundamento de una amistad verdadera.
Así me parece”. (Ignacio J. Navarro)1.
A DON CARLOS PORTA….con afecto.
Conocí a Don Porta en el año 1990 cuando entré a trabajar
como catequista en la sección primaria en el Instituto Santa Cruz. Era el papá
de un alumno de 7mo grado. Tuvimos una reunión con los padres; y uno de ellos nos planteó a Hernán y a mi (éramos
los dos catequistas del curso) el por qué decíamos que Jesús era judío. Don
Porta tomó la palabra y con su elocuencia le dio a este padre una historia del
Jesús judío y haciendo una defensa de nuestro trabajo. Quedó un afecto
implícito. A veces intercambiábamos palabras en los pasillos cuando nos
encontrábamos o cuando visitaba el escritorio de Pedro. Ese lugar era
sacrosanto. Era como entrar a una biblioteca dónde se oficiaba una eucaristía
de la Palabra. Eran ambos dos sacerdotes alquimistas que recreaban a través de
la unión de las letras aquellos lugares y hechos que te hacían sentir parte de
la historia de la humanidad.
Don Porta me comentaba algo sobre el comunismo o del
marxismo a modo de aguijoneo, y yo le retrucaba con elementos del capitalismo.
Siempre con el agregado de alguna anécdota de sus viajes que apoyaba sus
teorías.Cuando él –Don Porta- decidió dejar las horas de los quintos años de Doctrina Social de la Iglesia, seria este principiante de la docencia, su sucesor. Charlamos con él cómo seguir esa mitad de año. Eran grupos de muchos alumnos, pero tenían un gran respeto por los profesores. Solamente me pidió permiso para cumplir lo que hacía todos los años: visitar el hospital Muñiz y llevarle juguetes a los chicos que allí estaban internados. Así que programamos para un día ese momento y nos fuimos con todos los alumnos a compartir esa actividad solidaria. Luego nos quedamos –alumnos y nosotros- tomando un café todos por un bar de la zona, escuchando sus historias. Sabía mucho intelectualmente –era una biblioteca-. Me confesó que se daba cuenta que había una distancia entre los jóvenes y él, eso habla de su sabiduría. Tenía esos valores humanos concretos de acercarse al otro en la solidaridad, empezando por los más frágiles que son los niños y los enfermos.
De ahí en más nos seguíamos encontrando en pasillos, muchas
de las noticias sobre él era por intermedio de Pedro. Conocía de sus viajes, su
función como hombre de la justicia y de ávido lector, además de ser un
perspicaz conocedor de la realidad argentina a la que describía con cierto
sarcasmo.
Hace unos años vino con unas bolsas de consorcio llenas de
libros, me las dejo en el colegio y me dijo: “Llévate todos los libros que quieras
y los que no te gusten tíralos”. Sabía de mí afecto por los libros, algo que
compartíamos con él y con el gran amigo en común Pedro Armano. Charlas sobre
peronismo, iglesia, la misa, la eucaristía, las congregaciones religiosas, el
papa y tantos otros temas eran parte de la tertulia de palabras, anécdotas y
referencias que yo escuchaba con respeto y atención.
En su libro “Miss Elánea”(2), Pedro en el epilogo realiza un agradecimiento
a las personas que alentaron dicha publicación…entre otros nombra a “Carlos A.
Porta”….y agrega “dos jóvenes”…entre ellos quién escribe estas líneas (en la
página 186 está el agradecimiento y la precede la frase de I. Navarro que
encabeza este escrito). Un honor para mí –como uno de los últimos
sobrevivientes del naufragio- integrar esa cofradía de exquisitos lectores, pulcros
escritores, y generosos divulgadores de las letras como un elemento de sostén
de la cultura, del encuentro, de la fraternidad y de la palabra hecha vida.
Nos encontramos nuevamente en la Chacarita, en el trago
amargo –para ambos- de la Pascua del
amigo Pedro. Acompañamos a su familia en esos momentos de dolor, de desamparo y
de gran tristeza que sentimos cuando alguien querido ya no está visiblemente al
lado nuestro.
Era infaltable cada año al encuentro de los exalumnos que se encontraban en el colegio para celebrar
y festejar su día. Fue el propiciador y sostenedor de ese espacio. Este año
será el gran ausente, físicamente hablando. Seguirá en el corazón y espíritu de
sus queridos alumnos.
El último contacto fue este año cuando me llamó para
comentarme que había propuesto que la biblioteca del colegio llevará el nombre
de “Pedro Luis Armano”. Que se lo había sugerido a las autoridades actuales del
colegio, y estaba esperando una respuesta. Me agregó que en dicha propuesta estaba
contemplado que él se hacía cargo de la placa y los gastos de la misma. Me soslayó
una frase: “quizás cuando yo me vaya nadie se acuerdo de poner una plaqueta,
pero eso es lo de menos”, a lo que le conteste: “Falta mucho Don Porta”. La
biblioteca del Instituto Santa Cruz está nutrida de libros y revistas aportados
generosamente, tanto por él como por Pedro, de eso puedo dar cabal constancia. Firma de Don Carlos Porta en uno de sus libros que me ha obsequiado por su gran generosidad. |
El sábado quede sorprendido y consternado con la noticia de
su repentina muerte. Me dije “Ya estarán hablando con Pedrito, analizando,
escudriñando la realidad de nuestro país”. Son las Pascuas que se asumen desde
la fe, pero humanamente te dejan en orfandad.
Don Porta era íntegro, culto, sabio, sarcásticamente fino –y
no malicioso-, consejero, sincero, demócrata, hombre de fe con una gran
claridad sobre el país y la iglesia. Se lo va a extrañar….gracias por conocerlo
y por la herencia de libros que estuvieron en sus manos y en su biblioteca, y
hoy puedo al verlos hacer memoria del gran CARLOS PORTA. 2. Miss Elánea, Notas periodística. Publicado por Pedro Luis Armano en el año 2004.
3. Firma del Don Porta que me ha quedado como testimonio entre los libros que generosamente me ha regalado.
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