Hace tiempo que vengo pensando unas líneas para hacer un
homenaje a una persona que conocí y valoré mucho en el Instituto Santa Cruz, donde
vengo trabajando desde el 1 de agosto de 1990.
Esa persona es Doña
Pilar. Una persona que comencé a descubrir con el tiempo y a medida
que fueron pasando los años y en numerosos los diálogos encontré a alguien de
una gran fe y de un gran amor.
Doña Pilar la que cuidaba las plantas del tercer piso con
esmero y dedicación. Doña Pilar la abuela que vivía preocupada por sus nietos.
Doña Pilar la que se ocupaba de sus hijas y se desvivía por sus vidas. Doña
Pilar la que tenía siempre el café presto para sus queridos profesores.
Doña Pilar y su infaltable sonrisa |
A veces me decía: “Sergio
cuando tenga un ratito me gustaría charla con Ud.”. Un diálogo con ella
equivalía a aprender para mí. Me hablaba de su querido y amado Ramón. De sus
hijas y las preocupaciones que tenía. De las cosas del colegio. Siempre
prudente y precisa.
Me dijo luego de retirar los restos de su hijo del
cementerio de la Chacarita: “Sergio he
pasado nuevamente por el mismo dolor que tuve cuando mi hijo murió”.
Los visité varias veces en su departamentito de la calle
Boedo. Ramón y ella gente sencilla y abierta, de gran corazón. Cada palabra de
ellos se transformaba en evangelio para mi espíritu y mi corazón. Ella me pedía
consejo a mí y nunca se enteró que era yo el aconsejado.
Una vez participó de una reunión en el colegio y propuso que
no se descontara los días de paro o bien el presentismo a los que no podíamos
ir por problemas de transporte. Me dijo: “cuando
lo dije pensé en Ud. y Cristina que vienen de tan lejos y no tienen auto”. Evangelio
puro, nada más para agregar.
Lloraba en cada internación y operación de Ramón, su ser
amado. Siempre puestas en las manos de Dios.
Todo lo que ella me dijo durante tantas y lindas charlas
–muchas entre mate y mate- han quedado grabado en mi corazón – personalmente he
mantenido esa fidelidad sacerdotal laica de no revelar lo que he escuchado y la
persona me pide esa discreción. Ella ha depositado en mi corazón su fe y su
amor.
Cuando su querido Ramón tuvo su Pascua ella no era ya la
misma. Me hablaba de sus hijos, sus nietas…pero yo sentía en sus palabras y sus
lágrimas que estaba con su ser amado.
Doña Pilar al lado del P. Marcos y junto al Personal de Maestranza |
Contuvo su enfermedad en silencio durante años, cuando Ramón
se fue ella soltó ese dique y comenzó a caminar hacia él.
Hoy con tantas reivindicaciones quiero hacer memoria de una
gran mujer que he conocido. Su figura diminuta se ha acrecentado con los años,
sus silencios se transformaron en palabras y sus gestos en vida. En Doña Pilar
he sentido siempre la presencia y el bálsamo de Dios en nuestra existencia.
GRACIAS DOÑA PILAR!!! Ruegue por nosotros. Amén.
4 comentarios:
Gracias Sergio por poner en palabras todo nuestro sentir hacia nuestra Pilar.
Gracias Sergio por poner en palabras todo nuestro sentir hacia nuestra Pilar.
Cuan justo este reconocimiento a Pilar, Sergio! Tan buena, tan presente. Agradezco también haberla conocido y querido. Eran esas épocas en que el colegio era una gran familia
Hermoso reconocimiento, Sergio.
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