Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








sábado, 16 de diciembre de 2017

SABIDURÍA (microrrelato)

“La escritura es la herida de un enfermo de amor”
Christophe Lebreton[1]


SABIDURÍA

El monje en silencio. Oraban con palabras inteligibles los hermanos recién ingresados a la orden. El monje tenía pensamientos que iban de la razón al corazón. Los jóvenes estaban a distancia de él. El monje mayor había vivido siempre elevando su mente y su corazón a ese ser nunca visto. Su fe infantil la fue nutriendo con lecturas, escrituras y debates. La fe creció como también su vida. Sus palabras se fueron apagando, solamente hablaba para recitar o cantar los salmos. Meditaba durante el día y muchas veces lo hacía en el silencio de la noche. Contemplaba una sola imagen, la de aquel hombre que desnudo pendía del patíbulo de la cruz. La madurez le dio paso a la sabiduría. Cuando nos miraba salían de sus ojos palabras llenas de luz. Todos decían que era un santo. Hacia sus trabajos y sus oraciones como toda la comunidad. Esa mañana cuando entramos al templo estaba tendido con sus brazos extendidos, la cruz estaba vacía.

Christophe Lebreton (de barba).

 Nota: El día miércoles me encontré con el libro de poemas mencionado en la referencia. La frase que encabeza el microrrelato es tomada de ahí, ya que pone en palabras concretas lo que habíamos dialogado el día martes con el poeta y escritor Néstor Tellechea sobre la escritura de lo finito y lo infinito.



[1] Lebreton, Christophe (Francia, 1950-Argelia, 1996). Uno de los siete monjes secuestrados del Monasterio Trapense Nuestra Señora de Atlas, Tibhirine. Poeta, místico y mártir.  Libro: “Ama hasta el fin del fuego. Cien poemas de verdad y de vida”. Palumbo-Bertolini- Editorial Agape- 2017.

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