El
Dios de las venganzas y de las represalias es el dios de los canallas.
Horst
Herrmann
LA
ESPERANZA: UN CAMINO A TRANSITAR….
Culminaba mi artículo anterior con estas
palabras: “Los demás siguen animando sus temores en el
corazón, sin darse la posibilidad de abrir y estrechar las manos del otro, de
mirarse a los ojos, de pedirse perdón, de animarse a ensayar algo distinto para
el futuro, a vivir un presente esperanzador, a romper con ese mito diabólico
del eterno retorno, a crecer en ese dolor, a no morir con sus muertos, a
plenificar la memoria en vida nueva.
¿Podrán los argentinos y las argentinas darse otra oportunidad, mirarse en otros espejos, surcar otros caminos, tomar otras manos, sentarse en otras mesas, escuchar otras canciones, bailar otras danzas, recitar otros poemas, poner otros vinos nuevos en odres nuevos?…” (De la Caverna de la oscuridad…).
¿Podrán los argentinos y las argentinas darse otra oportunidad, mirarse en otros espejos, surcar otros caminos, tomar otras manos, sentarse en otras mesas, escuchar otras canciones, bailar otras danzas, recitar otros poemas, poner otros vinos nuevos en odres nuevos?…” (De la Caverna de la oscuridad…).
Hurgando
en mi interior ante las diarias decepciones con las cuales nos vamos
encontrando en un mundo cada vez más paradojal, contradictorio y violento,
encontré algunos hilos que me permitieron entretejer un tapete de vida y
esperanza que tiendo sobre el altar de la existencia humana para que podamos ir
celebrando en nuestros corazones el nacimiento de Aquel niño frágil que nos
devuelve la fe en la humanidad.
Cuando Jesús inicia su ministerio púbico, va
a la sinagoga de su pueblo y al desenvolver el rollo lee el texto de Isaías "El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres, me ha
enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para
poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año del gracia del
Señor" (Lc. 4,18-19). Sin embargo no lee la pericopa siguiente
que dice: "el día de desquite de nuestro Dios" (Isaías 61,2b).
Quiero entender, sin ser biblista ni exegeta,
que Jesús no quería ni la venganza, ni el odio, su mensaje no estaba en
sintonía con la ley del talión. Pienso que la justicia desde la venganza
inválida a la misma y vuelve a encender el espiral de la violencia. Ser víctima
no significa que uno es impune. Ser víctima es pedir justicia y una vez
otorgada vivir en el presente y de cara al futuro.
Les comparto algunas palabras de Matthieu
Ricard: “En el budismo la definición de
compasión es: Qué todos los seres vivos estén libres del sufrimiento y de las
causas del sufrimiento. El decir, las causas del sufrimiento pueden ser las
penas diarias, como la pobreza, el hambre, las guerras, los abusos. Pero
también el origen del sufrimiento interno: odio, envidia, orgullo, obsesión, y
fundamentalmente ignorancia. Por lo tanto es muy profundo. Porque la compasión
quiere remover las causas más profundas del sufrimiento interno. Una cosa más.
Si no hay solución, entonces se vuelve lástima. Pero si hay posibilidad de
lograr un cambio y remover así la causa del sufrimiento, entonces hay un enorme
deseo: Deseo hacer todo lo que sea posible para remover la causa del
sufrimiento. Eso es la compasión” (Se puede leer el reportaje completo en:
“26 Personas para salvar el mundo, Jorge Lanata, Editorial Sudamericana,
2012”).
Estos dos textos, del Evangelio de Lucas y
las palabras de Matthieu Ricard se sumaron como palabras encarnadas al
artículo que estaba esbozando entorno al libro “De la culpa al perdón –Cómo construir una convivencia democrática
sobre las intolerancias del pasado” de Norma Morandini.
La escritora y periodista cordobesa dedica a su padre
este libro, y además extiende dicha dedicatoria: “Para las madres, el pañuelo blanco, la Plaza de Mayo, el rugido de los
aplausos y las fotos de los plató…Para los padres, la retaguardia doméstica, la
bolsa del pan. Para los hermanos, las culpas…Para los Hijos, la Identidad, Para
las mujeres, las cacerolas de la ciudadanía. Para los hombres, la soledad. Para
Todos…el perdón.”
Dice
el poeta:
Nombre y apellido y documento,
cuerpo y alma y nacimiento,
cara y número de impuestos, y existir.
Ir cargando el fardo de uno mismo
con errores y caprichos,
dudas, miedo, angustia, instintos, y existir.
Correr como un ciempiés alucinado
por la fila de zapatos
que gastaron nuestros pasos, y existir.
Sentir que hay hechos, rostros y paisajes,
rumbos, tiempos y verdades
que jamás, jamás veremos, y existir.
Asombro de existir al diez por ciento
y existir así, de pie.
Ir entre inocentes y culpables,
y una vez pagar sin culpa
y otra vez ser uno injusto, y existir.
Y por fin, saber que todo es casi,
casi nuestro y casi ajeno,
casi cierto y casi sueño, y existir.
En el prólogo, Morandini nos formula estas dos preguntas
“¿por qué sucedió?” ¿Qué hacen las personas y los pueblos cuando han sido
despojadas de la humanidad, vivieron bajo el terror y a la hora de la libertad
caminan entre el olvido para vivir y la memoria para no morir?
Dice ella: “este
trabajo se cocinó al fuego lento de los tiempos colectivos y de mi propia
urgencia, para despojarme de ese pasado como peso y recuperarlo como memoria
compartida”.
Se formula luego –la autora– una pregunta vital y que se
irá respondiendo a la largo del texto:
¿en qué momento los argentinos recuperaremos la convivencia ultrajada, sin que
los fantasmas del pasado nos vuelvan a desunir?
Expresa en las primeras palabras aquellos lineamientos
que en su vida fueron pasando de la culpa al perdón: “Si reconciliar es restituir lo sagrado que ha sido violado, “todavía
caminamos sobre los cadáveres. Si nos acercamos demasiado, corremos el riesgo
de ser atrapados por la monstruosidad. Si nos alejamos, perderemos humanidad.
Así que caminamos a ciegas: ya no por la oscuridad, sino por la fragilidad del
volver a empezar. En el cañamazo sobre el que trabajé ya están anudadas las
tragedias individuales tejidas con los hilos del destierro, las masacres, una
guerra perdida y mucho dolor. Sin que aún hayamos podido reconstruir una matriz
de confianza e igualdad que reencuentre a hombres y mures en el mismo abrazo de
la ciudadanía y, sobre todo, nos reconcilie en el perdón. NO el que cancele el
castigo de la justicia sino el que nos perdone a nosotros mismos por haber permitido
que se cometieran crímenes imperdonables contra nuestros hermanos. Un perdón
que al perdonarnos nos restituya la inocencia y nos permita volverá empezar
para llenar es espacio que nos falta construir, del de la ciudadanía y el de
una cultura
democrática que nos incluya a todos”.
Continúa
diciendo el poeta:
Tratar desesperados
de encontrarnos, y existir.
Cómo puedo, Dios, salir de mí?
Ansia que en la reja
de mi huella digital
se rompió los huesos cada vez.
Es fatal ser uno y los demás.
Lleno de problemas cada cual.
Frente a su conciencia hasta el final.
Solo en la guarida de su piel.
Preso de tu edad,
crecés para entender
que no podés volver atrás.
Dar y recibir, reír, quejarse,
construir, desmoronarse
y empezar de nuevo gracias a existir.
Polvo de un planeta y un momento,
sospecharse los misterios
de otros mundos y otras formas de existir.
Sentir que de repente en la tormenta
te cortaron las dos piernas
y seguiste andando a fuerza de existir.
Saber que un ser anónimo, en la esquina,
puede ser el que decida
nuestra vida en la aventura de existir.
Perplejo de existir como si fueras
inmortal, y ver que no.
Ver por el relato del espejo
que por dentro del pellejo
nos está esperando un viejo al existir.
Va recorriendo en cada palabra que enhebra los capítulos de su vida personal
y social, las mujeres en el duelo, lo
ausentes de la Plaza, los hijos, la verdad y el perdón en la Sudáfrica de
Mandela, el alma herida, las culpas, el perdón y en el final sus “conclusiones inconclusas”.
Ya en ese final escribe: “El sufrimiento, que en general nos encierra sobre nosotros mismos,
nos obnubila o nos resiente, me impidió ver lo que me trasciende, la dimensión
histórica. Hoy, al constatar que los argentinos peligrosamente volvemos a
separarnos por las desconfianzas, las simpatías partidarias, sin conseguir
mirarnos como igual –aunque invoquemos a los derechos humanos–, más pienso en la idea del perdón para
reconciliarnos en el espacio de la legalidad democrática. La ausencia de miles
de compatriotas en la vida colectiva y en tantas mesas familiares impedirá
siempre que los torturadores dejen de ser represores; por eso es incorrecto
decir ex dictador. En cambio, podremos decir ex dictadura cuando la democracia
y la justicia sancionen y corrijan sus efectos. Y la educación política nos
saque del lugar d las víctimas. Entonces nos habremos perdonado, libres para el
porvenir. Despojados de las culpas pasadas, leves para construir una sociedad
justa y fraterna que nos incluya a todos”
Y existir de veras palpitando
qué empujón de primavera
que es estar enamorado al existir.
Por existir,
revancha de mi soledad,
te amo y, por amor, no ves
que existo porque me querés?
Te amo y luego existo yo.
Tocándote para existir,
queriéndote, deseándote,
besándote, salvándome con vos.
Así, por existir, verás
la tierra que me cubra al fin
un síntoma de flor dará,
qué bien me arrancarás de mí!
Y así, por existir aún más,
nacidos para ser y amar,
amémonos con emoción, con obsesión
de humanidad, mi amor.
Por existir,
qué diablos, es por existir,
amamos la existencia en Dios,
amándonos en libertad.
Por existir, en libertad.
Ya culminando este escrito, me acercan la noticia que una mujer misionera, María Ovando fue absuelta por el Tribunal en el juicio en el cual se le imputaba la muerte de una de sus 12 hijos. Una mujer entregada a un hombre en su adolescencia, trabajadora mal remunerada, violentada, dejada por su pareja, abandonada por el Estado, sufriendo la injusta cárcel y alejada del resto de sus hijas, que necesitaban de ella.
Sin embargo la acción del periodismo y de diferentes actores sociales permitió que esa injustica se trueque en JUSTICIA. Se unieron personas de diferentes estratos ideológicos que acercaron firmas, pero no solamente quedo eso, sino que el acompañamiento de una ex diputada de la izquierda que junto a la Pastoral Social de la iglesia local permitieron darle vida y esperanza a María y sus hijos.
Ahí se reconcilian los argentinos. En ese hecho los derechos humanos cobran vigencia y actualidad. Ahí nos despojamos de un pasado para confraternizar buscando el bien común. Se anunció la libertad a los cautivos y se devolvió la vista a los ciegos.
La injusticia tocó los corazones para que la Justicia fuera humanamente posible. El Dios se la Vida se sigue manifestando en la compasión del uno por el otro.
Esto me permite soñar y decir que los argentinos y las argentinas pueden darse otra oportunidad, mirarse en otros espejos, surcar otros caminos, tomar otras manos, sentarse en otras mesas, escuchar otras canciones, bailar otras danzas, recitar otros poemas, poner otros vinos nuevos en odres nuevos. Y proclamar un siglo de gracia por parte de nuestro Dios.
Sergio
Dalbessio
§ Horst
Herrmann, nacido el 1 de agosto de 1940 en Schruns, Austria hoy, es un ex
sacerdote de la Iglesia Católica Romana, canonista alemán, sociólogo y escritor).
§
Matthieu Ricard. Nació en Paris
en 1946- Doctor en genética molecular en el Instituto Pasteur. Hoy es uno de los monjes budistas que residen
en el Monasterio Shechen Tennyl Dargyeling, en Nepal
§
Poema titulado: Existir. Escrito por el Maestro Horacio Ferrer. Año,
1981
§
“De
la culpa al perdón –Cómo construir una convivencia democrática sobre las
intolerancias del pasado”. Norma Morandini, Editorial
Sudamericana, Bs. As. 2012.
“26 Personas para salvar el
mundo”, Jorge Lanata, Editorial Sudamericana, Bs. As.,
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