La foto que ilustra este texto fue tomada el día 16 de
julio del año 1977 en la Escuela de Artes y Oficios (Bv. Sáenz Peña y
Rivadavia) de la localidad de San Francisco, en la provincia de Córdoba.
Este grupo participaba de un retiro espiritual predicado
por el P. Hernán Pereda, sacerdote de la Congregación de Cristo Rey, que vivía
en Rosario. Más de 50 jóvenes provenientes de diferentes parroquias de la
ciudad, a saber: Nuestra Señora de la Consolata, del Perpetuo Socorro, Cristo
Rey, de la Catedral, del Cotolengo, San José Obrero y otros varios provenientes
de la ciudad de Morteros.
No recuerdo quién me habrá invitado a realizar ese
retiro, seguramente en el colegio algún hermano marista o algunos de los jóvenes
que compartíamos inquietudes religiosas o pastorales me hablo del mismo. Pero
si sé a ciencia cierta de donde salió el dinero para pagarlo. Unos días antes
había viajado a Alicia (Córdoba) dónde vivía mi abuela Dominga –o Doña Dominga
como la conocían todos en el pueblo, que después de enviudar fue a la escuela a
aprender a leer y escribir y se dedicaba a trabajar en la Parroquia hasta que
su mente comenzó a volar por el mundo de los sueños y los recuerdos. Le comento
las ganas de hacer ese retiro, fue a la pieza y me trajo dos billetes para que
pagara el mismo. No puedo traducir el importe de ese momento al hoy (tantos
gobiernos, tantas inflaciones, tantas décadas perdidas) pero era una suma
importante para una persona que vivía de su jubilación y de la pensión de mi
abuelo Ángel, ya fallecido.
Me anote en ese retiro. No recuerdo los temas, si
recuerdo alguna charla con el P. Hernán paseando por los pasillos de ese
colegio al cual entraba por primera vez y que había sido durante años todo un
misterio. Seguramente la hermandad, la camaradería,
el buen humor, el compartir las experiencias de la vida, el preguntarse sobre
la historia personal de cada uno, lo que habitualmente se realiza –con más o
menos margen- en estas actividades fue lo vivido durante esos tres días..
Para mí fue un inicio a seguir con actividades
pastorales, insertarme en la pastoral juvenil de la diócesis, comenzar a viajar,
a misionar, a participar de encuentros, celebraciones. El puntapié inicial
surgió en esos días y en ese lugar.
Han pasado ya 36 años… mirar atrás es correr el riesgo
de volverse una estatua de sal….hacer memoria es aventurarse a hurgar en lo
profundo de uno, en el manantial interior y sacar el agua que alimenta nuestro espíritu
para seguir aleteando en la vida, en la historia.
Miro cada uno de los rostros, algunos los recuerdo muy
bien, otros son más difusos y algunos nunca supe quienes eran. Algunos están
entres nosotros cumpliendo distintos roles en la vida, diferentes consagraciones,
diversos caminos que nos han unido o definitivamente nos han separado por cuestiones
de tiempos, de ideas o de espacios a vivir.
Otros ya no están con nosotros, vivieron sus pascuas
anticipadas por diversos motivos. La vida no es lineal, es un circulo que va y
viene, por esos tenemos la posibilidad de pensar, de cambiar, de continuar, de
volver sobre nuestros pasos, volver a caminarlos y cambiarlos si vemos que no
es lo deseable o lo correcto lo que estamos peregrinando.
Algunos se hicieron más amigos, con otros continua alguna
correspondencia que el tiempo fue espaciando hasta ponerle un punto final.
Mudanzas, crecimiento, estilos de vida van haciendo que uno vaya cambiando y conociendo
otras realidades y generando otras amistades.
Son simplemente algunas palabras, lanzadas al voleo,
después de encontrar y ver una foto que tiene su tiempo y su historia…..los que
han tenido su Pascua que nos acompañen desde la presencia de Dios y Jesús les dé
un brazo de nuestra parte. A los que continuaron sus caminos que tengan la
certeza y la alegría de ser fieles a la vida y las misiones encomendadas.
En una simple foto hay más de 60 historias distintas,
esta es una de ellas.
Sergio
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