Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








domingo, 4 de agosto de 2013

ENRIQUE ANGELELLI, MÁRTIR, PASTOR Y PROFETA



 

El Obispo Angelelli y la gente de La Rioja

                                                                                                             …Mi vida fue como el arroyo…

Anunciar el aleluia a los pobres

y pulirse en el interior:

canto rodado con el pueblo

y silencios de encuentros

contigo… solo… Señor

Mi vida fue como el sauzal, pegadita junto al río para dar sombra nomás.

Mi vida fue como el camino… pegadita al arenal para que la transite la gente

pensando Hay que seguir andando nomás.

Mi vida fue como el cardón… sacudida por los vientos y agarrada a Ti,

Señor: vigía en noche de estrellas para susurrarle a cada hombre:

Cuando la vida se esconde entre espinas, siempre florece una flor.

Todo esto soy yo, Señor… un poco de tierra y un Tabor, veinticinco años de

carne ungida, con un cayado, un pueblo y una Misión

(Oración de mi sacerdocio, compuesta por Monseñor Angelelli en 1974

en ocasión de su visita al Papa Pablo VI)

 

Con un OÍDO en el PUEBLO y otro en el EVANGELIO

Hoy, 4 de agosto,  se cumple un nuevo aniversario del asesinato del Obispo Enrique Angelelli, Padre y Pastor de la diócesis de La Rioja, situada en la República Argentina.

En el mes de mayo, estando justamente en Argentina, tuve la oportunidad de dialogar con el Padre Obispo Carmelo J. Quiaquinta[1] sobre la figura de Monseñor Angelelli (1923-1976)[2].

El obispo Quiaquinta fue encomendado hace unos años por el Episcopado para hacerse cargo de la causa judicial, con el fin de averiguar y recoger todos aquellos elementos probatorios que condujeran a conocer la verdad de quiénes ordenaron y ejecutaron dicho asesinato.

Muy humildemente me dijo que tuvo que realizar un trabajo de investigador, muy minucioso, con gran paciencia; al principio tenía pocas pruebas, solamente contaba con unos papeles sueltos. Después llegaron entrevistas, viajes, algunas pistas verdaderas en medio de otras falsas. También se fue interiorizando sobre el asesinato de los sacerdotes Gabriel Longueville –francés, sacerdote diocesano- y Carlos de Dios Murías –cordobés, franciscano conventual-  (ambos asesinados el 18 de julio de 1976) y del laico campesino Wenceslao Pedernera (asesinado el 25 de julio de 1976).

Estaba preparando un seminario para la facultad de Teología sobre la vida y obra de Monseñor Angelelli, obispo y mártir; animado por otras personas para que incluyera también a las figuras de Gabriel, Carlos y Wenceslao. Recordábamos palabras de  Monseñor Novak sobre  Angelelli: “Las nuevas generaciones sacerdotales de la patria irán mirando su trayectoria con emoción, con respeto y con emulación. Rescatarán del olvido su memoria y releerán edificados sus Cartas Pastorales, sus homilías y sus poesías”.

La Pascua de Don Carmelo dejó trunco ese proyecto que habría seguramente enriquecido a muchos por la honestidad de la investigación, la rigurosidad intelectual y el amor evangélico que le ponía a todos sus emprendimientos.

De regreso, estuve leyendo homilías pronunciados por Monseñor Angelelli, poesías escritas por él, las palabras de Monseñor Zazpe que fue delegado por el Vaticano para visitar la diócesis riojana –esto a raíz denuncias y calumnias que pesaban sobre el obispo y el presbiterio de los llanos riojanos.

En la homilía de la Misa de despedida de Gabriel y Carlos expresaba:

“¡Qué difícil es ser cristiano! Porque al cristiano se le exige perdonar. Si se nos dijera: “No tenemos que perdonar, esto no es cristiano, no es siquiera humano matar sacerdotes” responderíamos sin vacilar: el cristiano tiene que perdonar a todos. Pero otra cosa es aprobar los errores y otra aún no trabajar para evitar que estas cosas sucedan. …No se acuerdan que Tertuliano dice que la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos? Así, los mismos verdugos son instrumentos, en cierta manera, para el bien, para que surja una comunidad fuerte en la fe, en la esperanza y en el amor.  Seremos felices si Dios los perdona y queremos que se hayan dado cuenta de lo que han hecho. Esperamos también que aquellos que han usado su inteligencia en este crimen la vean iluminada con la verdad. Y rogamos que lo que han maquinado Dios no permita que crean que lo han hecho en al hombre de la fe; ello sería una aberración. Nosotros, perdonemos y pidamos al Señor que los perdone.” (Monseñor Angelelli[3]).

La firmeza y el testimonio de Angelelli lo llevaron a decir con firmeza:

“No queremos la violencia en ninguna de sus manifestaciones; no queremos cambiar la escala de valores que nos rige, pues son valores evangélicos que no pueden ser trocados por antivalores que atentan contra la identidad de nuestro pueblo. No compartimos ni aprobamos los errores, pero sí procuramos ejercer misericordia y acogida fraternal para quienes pudiesen estar errados.    Ciertamente debemos respetar a todo hombre en su dignidad de tal: esto es lo evangélico, pues no podemos permitir que se los manosee con apremios ilegales. No podemos admitir que nuestras mujeres sean tratadas menos dignamente; ello nos repugna como hombre, como cristianos y como pueblo. …Por ello lamentamos que algunos hermanos nuestros riojanos se presten para procedimientos y acciones poco nobles, quizás a cambio de alguna dádiva que no puede dejar en paz el alma del que la recibe; también ellos necesitan ver la luz y ordenar sus pasiones descontroladas”.[4]

Culminando la visita a la diócesis en nombre del Papa Pablo VI, Monseñor Zazpe pronunciaba estas palabras el 23 de noviembre de 1973:

“He recorrido una parte de esta querida diócesis de La Rioja. He visto su fe católica, su amor a la Iglesia de sus antepasados, sus héroes, de sus caudillos, de sus indígenas…Y he visto con emoción profunda su deseo de pacificación y unidad. He constatado su fidelidad a la Iglesia de ayer y a la Iglesia de hoy…La iglesia que quiere servir de modo preferencial a los que carecen, pero sin odiar a los que tienen; de acentuar su presencia entre los pobres, pero sin excluir a los que no tiene la dicha de serlo, de buscar su inspiración en el evangelio y no en las ideologías que lo contradigan. Así es la Iglesia que encontré aquí en La Rioja, por eso puedo afirmar que la pastoral de la Iglesia riojana es la pastoral de la Iglesia universal”.[5]

Angelelli yace en el suelo después de ser asesinado
 
Que la sangre derramada por nuestros mártires pueda ser alimento de nueva vida para nuestros pueblos, dejando de lado rencores, odios, venganzas y caminando en la justicia hacia el perdón y la reconciliación. Que vivamos la fraternidad, la fe, la esperanza y por sobre todo el amor entre hermanos y hermanas. Amén.

Sergio Dalbessio.

 




[1] Comenta Monseñor Quiaquinta que el día 5 de agosto de 1976,  llegó en tren a Posadas (Misiones) para dar un curso de catequesis. Monseñor Kemerer –obispo de la diócesis- le informó de la misteriosa muerte de Monseñor Angelelli. Habían sido compañeros en Roma. “Me quedé mudo. Podría ser la tesis del accidente. Pero el hecho cierto –agrega-  es que Angelelli antes del accidente ya estaba socialmente asesinado. Y en ello mucho tuvieron que ver las Fuerzas de Seguridad y no poca gente de la sociedad riojana. (Revista Didascalia, 50 aniversario, sección testimonio, Mi testimonio a veinte años del Proceso, páginas 24 a 38).

[2] Pastor y Profeta. Mensajes de Monseñor Angelelli, Editorial Claretiana, Bs As, 1986.

[3] Homilía de Monseñor Angelelli del día 22 de julio de 1976, con motivo del entierro de los sacerdotes Gabriel y Carlos.

[4] Homilía en la misa radial del día 27 de abril de 1975 con motivo de una jornada de oración por la Pacificación Nacional.

[5] Homilía pronunciada el 23 de noviembre de 1973, por Monseñor Vicente F. Zazpe, representando a Pablo VI y titulada: “La pastoral de la Iglesia riojana es la pastoral de la Iglesia universal”.

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