Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








sábado, 26 de abril de 2014

ARTESANO Y OBRERO DE LA PALABRA: ERNESTO CARDENAL


ERNESTO CARDENAL, HERMANO Y POETA DE AMÉRICA LATINA

ARTESANO Y OBRERO DE LA PALABRA

Comencé a conocer la poesía de Ernesto con el libro Salmos allí por el año 1977 cuando en la Argentina la dictadura militar cubría con un manto de sombra y muerte toda nuestra patria y otras dictaduras lo hacían con el  resto del territorio latinoamericano.

Es un libro pequeño, frágil, editado por Ediciones Carlos Lohlé. Se veía en la contratapa a un Ernesto Cardenal, joven y ya monje en su  habitación en el monasterio trapense de Kentucky,  en Estados Unidos.

Los salmos bíblicos atribuidos a David que este cantaba contra los oprobios sufridos por el pueblo judío eran ahora actualizados narrando el sometimiento de los poderosos a los pobladores pobres de la pequeña Nicaragua –que representaba a todos los oprimidos de América Latina y África- pero escritos por Ernesto Cardenal.

Ernesto Cardenal nació en 1925, en la ciudad de Granada, Nicaragua. Luego de estudios de Filosofía y Letras comienza su poesía a ser conocida por el mundo. Perseguido y encarcelado por su militancia en la resistencia al dictador Somoza, se va de la isla. Llega a Kentucky, ahí va al monasterio trapense Nuestra Señora de Getsemaní, donde recibió durante algunos años las enseñanzas del gran monje Thomas Merton.

 Luego de un largo tiempo dedicados a la oración y  al trabajo decide irse, pasa por México, y Colombia, terminando en este último país, sus años de teología. Recibe en 1965 en Managua la ordenación sacerdotal.  Se recluye en la Isla de Solentiname, en el interior del gran Lago. Allí con campesinos y jóvenes, entre el trabajo y la creación artística va experimentando la vida comunitaria ye evangélica.

La lucha contra la dinastía de dictadores de la familia Somoza continua. Ernesto pasa a formar parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Tiene que hacer todo un trabajo interior de cambio, cómo lo dice Él mismo, ya que tenía la impronta de paz –la no violencia- de Merton y tiene que admitir el uso de la misma para extirpar el cáncer de la dictadura esparcido por la isla. Sigue siendo sacerdote y  acompaña a las milicias revolucionarias.

Uno de los epigramas, dónde Cardenal lo hace hablar a Somoza  y dice:

No es que yo crea que el pueblo me erigió esta estatua

porque yo sé mejor que vosotros que la ordené yo mismo.

Ni tampoco que pretenda pasar con ella a la posteridad

porque yo sé que el pueblo la derribará un día.

Ni que haya querido erigirme a mí mismo en vida

el monumento que muerto no me erigiréis vosotros:

sino que erigí esta estatua porque sé que la odiáis.

(Ernesto Cardenal, Poesía Completa)

 

Cuando el Frente llega al poder y la revolución triunfante se instala en Managua, Ernesto Cardenal es nombrado Ministro de Cultura. A la par de la alfabetización se produce un gran movimiento de creación en las artes. Su boina negra  en su blanca caballero es un signo de vocación de servicio a los más pobres del continente. Y esa estatua, como un final para la poesía es derribada por el pueblo.

Los epigramas que hablan del amor humano, la oración por Marilyn Monroe, los canticos cósmicos, las cartas y los poemas escritos en el monasterio son el fruto de una su inspiración y su tesón como un obrero  calificado y un artesano dúctil de la palabra

En el año 1992 Ernesto vino a la Argentina, en plena guerra de Malvinas, para traer la solidaridad del pueblo nicaragüense al pueblo argentino que luchaba para recuperar a aquellas lejanas hermanas perdidas. Fue una solidaridad de pueblo a pueblo. La revolución nicaragüense seguía caminando. Los centros de alfabetización enseñaban a leer miles de analfabetos, la solidaridad latinoamericana hacia renacer esperanzas de un continente  que sería libre. Con mi compañero de seminario Roque nos cansamos de llamar a la Embajada de Nicaragua para poder participar de algún encuentro con Ernesto Cardenal. No se pudo dar.

Años después, en una de las pocas ferias internacionales del libro que fui, apenas renacida la incipiente democracia en la Argentina, había un stand dedicado a Nicaragua. En ellos se exhibían cuatro pequeños libros titulados “El Evangelio en Solentiname”, textos escrito por la comunidad que Ernesto había convocado en esa isla nicaragüense. Con Cris juntamos monedas tras monedas haciendo cuentas para llegar a fin de mes y compramos los cuatros tomos, que todavía conservamos y que engrosaron la incipiente biblioteca que teníamos en el departamento de un ambiente que alquilábamos en la calle Mercedes, en el  barrio de Villa Devoto.

Un pequeño párrafo nos ilustra el sentido realista de este texto, están celebrándola Eucaristía y reflexionan el pasaje de Mateo 10, 16-25 donde Jesús anuncia a sus discípulos que serán perseguidos. Un joven de la comunidad de Solentiname se expresa así: “Generalmente cuando llevan a una persona por una causa justa, es una persona muy consciente, y los que lo acusan suelen ser muy estúpidos. Siempre, siempre son estúpidos, porque las autoridades tiránicas, como los que tenemos en Nicaragua, tienen que ser así. De manera que uno siempre les puede hablar, Con las palabras puede quebrarlos. Por eso no se necesita ni que pensar en lo que se va a hablar. El Espíritu habla por uno, la convicción que uno tiene, la fe es lo que hace: eso es lo que quiere decir” (El Evangelio en Solentiname, tomo I)

La revolución continuo su camino y aquí en Argentina con el nuestro. Años después conocí a Miguel Ramondetti, quien fue secretario de los sacerdotes del Tercer Mundo., en aquellos turbulentos años 70. Tuvimos algunas charlas. Miguel junto a Esther, su compañera, habían vivido un tiempo en Nicaragua. Miguel se dedicaba a su labor de electricista. Los contras –grupo paramilitar financiado por Estados Unidos- acechaban diariamente la frontera. La revolución sandinista con soldados jóvenes  resistía. El gigante Goliat no quería perder ante el pequeño David. Las campanas del pueblo sonaban todos los días, no anunciaban alegría, sino el regreso de alguien que había fallecido en combate. Al cabo de un tiempo la población comenzó a desesperanzarse al ver sangre joven que todos los días se vertía en esas tierras. La revolución siguió un tiempo más. Las elecciones dieron ganador a otra candidato, allí el país  del norte ayudó con fondos que antes había retaceado a la pequeña Nica, como se la llamaba con cariño a Nicaragua.

Me fui olvidando de Nicaragua. Pero hace un tiempo una editorial argentina comenzó a publicar nuevamente los poemas de Ernesto Cardenal. Él comenzó nuevamente estar por el mundo, a recibir premios y a criticar la conversión de aquellos revolucionarios en burócratas de la política. Ya no eran idealistas ni revolucionarios, se sentaron en el trono del poder y se olvidaron del pueblo.

En estos días el canal Encuentro vi una entrevista de la periodista Ana Cacopardo realizada a Ernesto Cardenal. A la vez de recomendarla, me quede pensando algunas de las cosas dichas en la misma y que reproduciré aquí.

Cuando le pregunta sobre el reto recibido en el aeropuerto de Managua por parte de Juan Pablo II, Cardenal responde: “Yo no iba a ir a recibir al Papa, pues sabía que él estaba disgustado porque yo formaba parte del gobierno revolucionario. Pero todos mis compañeros me dijeron que debía ir porque era parte del gobierno. El Papa iba a saludar al presidente y no a los demás funcionarios. Pero Juan Pablo II comenzó a saludar a todos y cuando llega ante mí, me arrodillo para besarle el anillo papal y él retira la mano. Y con el dedo índice me reconviene diciendome: “Ud. tiene que regularizar su situación”, dos veces me lo dice y sigue saludando”. Años después, sigue Cardenal, supe que retiró su mano porque lo hacía con todos, no le gustaba que le besaran el anillo papal y sobre su enojo me contaron una anécdota. Estaban dos cardenales discutiendo delante del Papa, uno de ellos lo señaló con el dedo al otro en tono enojado. El Papa le dice así no, por favor, y el otro prelado le recordó lo que él había hecho conmigo, a lo que Juan Pablo II le dijo, fue una equivocación mía de la cual me he arrepentido siempre y debería haberle pedido perdón”.

Y la otra intervención que me llamo la atención fue cuando le preguntaron sobre la revolución. El hablo de un sueño que todavía esta inconcluso. Que los lideres, en el caso puntual e Ortega fue uno de los que la traicionó y que se siente perseguido por su antiguo compañero de lucha por las  críticas  que le realiza al actual gobierno. Aunque expresa que en él ese sueño de la revolución no ha muerto y siempre está presente.

Ahora, desde hace tiempo, Ernesto se dedica a leer sus poesías y acompaña una escuela de niños que se insertan en el mundo de la creatividad artística.  Además va por el mundo dando sus charlas, leyendo sus poemas y recibiendo los merecidos premios. Cardenal con su inspiración y trabajo ha llevado a la poesía latinoamericana a reconocimiento internacional. Un hombre comprometido con sus ideas y en su corazón siempre anidando el sueño esperanzador de una sociedad más justa, donde los excluidos, los pobres, los débiles, los sin voz tengan su lugar y sean integrados a la mesa fraterna y universal para que la hermandad sea una realidad y ya no una utopía.

Gracias ERNESTO CARDENAL, hermano pájaro que sigues volando con tus poesías por nuestros corazones y alentando nuestros espíritus.
Sergio Dalbessio
Nota: el dibujo fue realizado por Roque Ferreya, uruguayo de Tacuarembó.

 

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