ERNESTO
CARDENAL, HERMANO Y POETA DE AMÉRICA LATINA
ARTESANO
Y OBRERO DE LA PALABRA
Comencé a conocer la poesía de Ernesto con el libro Salmos
allí por el año 1977 cuando en la Argentina la dictadura militar cubría con un
manto de sombra y muerte toda nuestra patria y otras dictaduras lo hacían con
el resto del territorio latinoamericano.
Es un libro pequeño, frágil, editado por Ediciones Carlos
Lohlé. Se veía en la contratapa a un Ernesto Cardenal, joven y ya monje en
su habitación en el monasterio trapense
de Kentucky, en Estados Unidos.
Los salmos bíblicos atribuidos a David que este cantaba
contra los oprobios sufridos por el pueblo judío eran ahora actualizados
narrando el sometimiento de los poderosos a los pobladores pobres de la pequeña
Nicaragua –que representaba a todos los oprimidos de América Latina y África- pero
escritos por Ernesto Cardenal.
Ernesto Cardenal nació en 1925, en la ciudad de Granada,
Nicaragua. Luego de estudios de Filosofía y Letras comienza su poesía a ser conocida
por el mundo. Perseguido y encarcelado por su militancia en la resistencia al
dictador Somoza, se va de la isla. Llega a Kentucky, ahí va al monasterio
trapense Nuestra Señora de Getsemaní, donde recibió durante algunos años las
enseñanzas del gran monje Thomas Merton.
Luego de un largo
tiempo dedicados a la oración y al
trabajo decide irse, pasa por México, y Colombia, terminando en este último
país, sus años de teología. Recibe en 1965 en Managua la ordenación
sacerdotal. Se recluye en la Isla de
Solentiname, en el interior del gran Lago. Allí con campesinos y jóvenes, entre
el trabajo y la creación artística va experimentando la vida comunitaria ye
evangélica.
La lucha contra la dinastía de dictadores de la familia
Somoza continua. Ernesto pasa a formar parte del Frente Sandinista de
Liberación Nacional. Tiene que hacer todo un trabajo interior de cambio, cómo
lo dice Él mismo, ya que tenía la impronta de paz –la no violencia- de Merton y
tiene que admitir el uso de la misma para extirpar el cáncer de la dictadura
esparcido por la isla. Sigue siendo sacerdote y
acompaña a las milicias revolucionarias.
Uno de los epigramas, dónde Cardenal lo hace hablar a
Somoza y dice:
No es que yo crea que el pueblo me erigió esta estatua
porque yo sé mejor que vosotros que la ordené yo mismo.
Ni tampoco que pretenda pasar con ella a la posteridad
porque yo sé que el pueblo la derribará un día.
Ni que haya querido erigirme a mí mismo en vida
el monumento que muerto no me erigiréis vosotros:
sino que erigí esta estatua porque sé que la odiáis.
(Ernesto Cardenal, Poesía Completa)
Cuando el Frente llega al poder y la revolución
triunfante se instala en Managua, Ernesto Cardenal es nombrado Ministro de
Cultura. A la par de la alfabetización se produce un gran movimiento de creación
en las artes. Su boina negra en su
blanca caballero es un signo de vocación de servicio a los más pobres del
continente. Y esa estatua, como un final para la poesía es derribada por el
pueblo.
Los epigramas que hablan del amor humano, la oración por
Marilyn Monroe, los canticos cósmicos, las cartas y los poemas escritos en el
monasterio son el fruto de una su inspiración y su tesón como un obrero calificado y un artesano dúctil de la palabra
En el año 1992 Ernesto vino a la Argentina, en plena
guerra de Malvinas, para traer la solidaridad del pueblo nicaragüense al pueblo
argentino que luchaba para recuperar a aquellas lejanas hermanas perdidas. Fue
una solidaridad de pueblo a pueblo. La revolución nicaragüense seguía
caminando. Los centros de alfabetización enseñaban a leer miles de analfabetos,
la solidaridad latinoamericana hacia renacer esperanzas de un continente que sería libre. Con mi compañero de
seminario Roque nos cansamos de llamar a la Embajada de Nicaragua para poder
participar de algún encuentro con Ernesto Cardenal. No se pudo dar.
Años después, en una de las pocas ferias internacionales
del libro que fui, apenas renacida la incipiente democracia en la Argentina, había
un stand dedicado a Nicaragua. En ellos se exhibían cuatro pequeños libros
titulados “El Evangelio en Solentiname”,
textos escrito por la comunidad que Ernesto había convocado en esa isla nicaragüense.
Con Cris juntamos monedas tras monedas haciendo cuentas para llegar a fin de
mes y compramos los cuatros tomos, que todavía conservamos y que engrosaron la
incipiente biblioteca que teníamos en el departamento de un ambiente que
alquilábamos en la calle Mercedes, en el
barrio de Villa Devoto.
Un pequeño párrafo nos ilustra el sentido realista de
este texto, están celebrándola Eucaristía y reflexionan el pasaje de Mateo 10,
16-25 donde Jesús anuncia a sus discípulos que serán perseguidos. Un joven de
la comunidad de Solentiname se expresa así: “Generalmente cuando llevan a una
persona por una causa justa, es una persona muy consciente, y los que lo acusan
suelen ser muy estúpidos. Siempre, siempre son estúpidos, porque las
autoridades tiránicas, como los que tenemos en Nicaragua, tienen que ser así.
De manera que uno siempre les puede hablar, Con las palabras puede quebrarlos.
Por eso no se necesita ni que pensar en lo que se va a hablar. El Espíritu
habla por uno, la convicción que uno tiene, la fe es lo que hace: eso es lo que
quiere decir” (El Evangelio en Solentiname, tomo I)
La revolución continuo su camino y aquí en Argentina con
el nuestro. Años después conocí a Miguel Ramondetti, quien fue secretario de los
sacerdotes del Tercer Mundo., en aquellos turbulentos años 70. Tuvimos algunas
charlas. Miguel junto a Esther, su compañera, habían vivido un tiempo en
Nicaragua. Miguel se dedicaba a su labor de electricista. Los contras –grupo
paramilitar financiado por Estados Unidos- acechaban diariamente la frontera.
La revolución sandinista con soldados jóvenes
resistía. El gigante Goliat no quería perder ante el pequeño David. Las
campanas del pueblo sonaban todos los días, no anunciaban alegría, sino el
regreso de alguien que había fallecido en combate. Al cabo de un tiempo la
población comenzó a desesperanzarse al ver sangre joven que todos los días se
vertía en esas tierras. La revolución siguió un tiempo más. Las elecciones
dieron ganador a otra candidato, allí el país del norte ayudó con fondos que antes había
retaceado a la pequeña Nica, como se la llamaba con cariño a Nicaragua.
Me fui olvidando de Nicaragua. Pero hace un tiempo una
editorial argentina comenzó a publicar nuevamente los poemas de Ernesto
Cardenal. Él comenzó nuevamente estar por el mundo, a recibir premios y a
criticar la conversión de aquellos revolucionarios en burócratas de la política.
Ya no eran idealistas ni revolucionarios, se sentaron en el trono del poder y
se olvidaron del pueblo.
En estos días el canal Encuentro vi una entrevista de la
periodista Ana Cacopardo realizada a Ernesto Cardenal. A la vez de
recomendarla, me quede pensando algunas de las cosas dichas en la misma y que
reproduciré aquí.
Cuando le pregunta sobre el reto recibido en el aeropuerto
de Managua por parte de Juan Pablo II, Cardenal responde: “Yo no iba a ir a recibir al Papa,
pues sabía que él estaba disgustado porque yo formaba parte del gobierno
revolucionario. Pero todos mis compañeros me dijeron que debía ir porque era
parte del gobierno. El Papa iba a saludar al presidente y no a los demás
funcionarios. Pero Juan Pablo II comenzó a saludar a todos y cuando llega ante
mí, me arrodillo para besarle el anillo papal y él retira la mano. Y con el
dedo índice me reconviene diciendome: “Ud. tiene que regularizar su situación”,
dos veces me lo dice y sigue saludando”. Años después, sigue Cardenal, supe que
retiró su mano porque lo hacía con todos, no le gustaba que le besaran el
anillo papal y sobre su enojo me contaron una anécdota. Estaban dos cardenales discutiendo
delante del Papa, uno de ellos lo señaló con el dedo al otro en tono enojado.
El Papa le dice así no, por favor, y el otro prelado le recordó lo que él había
hecho conmigo, a lo que Juan Pablo II le dijo, fue una equivocación mía de la
cual me he arrepentido siempre y debería haberle pedido perdón”.
Y la otra intervención que me llamo la atención fue
cuando le preguntaron sobre la revolución. El hablo de un sueño que todavía
esta inconcluso. Que los lideres, en el caso puntual e Ortega fue uno de los
que la traicionó y que se siente perseguido por su antiguo compañero de lucha
por las críticas que le realiza al actual gobierno. Aunque
expresa que en él ese sueño de la revolución no ha muerto y siempre está
presente.
Ahora, desde hace tiempo, Ernesto se dedica a leer sus
poesías y acompaña una escuela de niños que se insertan en el mundo de la
creatividad artística. Además va por el
mundo dando sus charlas, leyendo sus poemas y recibiendo los merecidos premios.
Cardenal con su inspiración y trabajo ha llevado a la poesía latinoamericana a
reconocimiento internacional. Un hombre comprometido con sus ideas y en su
corazón siempre anidando el sueño esperanzador de una sociedad más justa, donde
los excluidos, los pobres, los débiles, los sin voz tengan su lugar y sean
integrados a la mesa fraterna y universal para que la hermandad sea una realidad
y ya no una utopía.
Gracias ERNESTO CARDENAL, hermano pájaro que sigues
volando con tus poesías por nuestros corazones y alentando nuestros espíritus.
Sergio Dalbessio
Nota: el
dibujo fue realizado por Roque Ferreya, uruguayo de Tacuarembó.
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