Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








martes, 1 de abril de 2014

MALVINAS....DESDE LA EXPERIENCIA COTIDIANA (TESTIMONIO)


Mi hermano, Alejandro Rosas, en Malvinas

Escribir sobre Malvinas me resulta muy doloroso. Aquel 2 de abril de 1982 se anunciaba una guerra totalmente inesperada y fuera de toda lógica. Pero esta vez era cierto. Mi querido hermano, Alejandro Rosas, conscripto clase 1962 fue  sorteado y “favorecido” con un número alto, por lo cual cumplió su servicio militar obligatorio en la Marina.

A  Ale le encantaba navegar. De chico, a la edad de 12 años, fue invitado por un compañero y amigo del colegio a realizar un viaje a Ushuaia en el barco que trabajaba su papá. Mis padres accedieron porque estaba fascinado con la propuesta. Ese viaje le había encantado sin saber que años más tarde volvería a surcar esos mares, pero en esta ocasión para defender la soberanía de nuestras islas Malvinas.

Le faltaban pocos días para terminar el servicio militar cuando fue destinado al Transporte Polar ARA. “Bahía Paraíso”. Este buque fue construido para la Armada Argentina en los Astilleros Principe y Menghi SA, Dock Sud, Buenos Aires, fue botado el 3 de Julio de 1980. El 12 noviembre de 1981 se incorporó a la Armada. Comenzaba su primera Campaña Antártida, 1981-1982, junto al Rompehielos ARA “Almirante Irizar”.

Alejandro estaba contento. En una comunicación telefónica nos contó que ambos buques navegaban por los hielos antárticos y en una ocasión el “Bahía Paraíso” había logrado llegar más lejos que el “Irizar”  y “¡eso que el “Bahía” no es un rompehielos!”, nos dijo.
 
Estando navegando esa zona se produjo el izado del la bandera argentina en las islas Georgias del Sur por parte de unos operarios argentinos que estaban desmantelando las instalaciones de una ballenera abandonada. Era el 19 de marzo de 1982.

El 23 de marzo, el Bahía Paraíso recibió la orden del Estado Mayor General Naval de dirigirse a máxima velocidad a las islas Georgias del Sur con la misión de proteger a los operarios allí apostados. El buque llegó al día siguiente. Comenzaba, así, el conflicto con Gran Bretaña que desembocaría en la guerra de Malvinas.

En casa empezamos a sentir el temor y la incertidumbre. Mi hermano estaba allí. El viaje que debería haber sido el final como cierre de su servicio militar ahora se convertía en comienzo de ¡una guerra!
 

Alejandro era un hombre que amaba profundamente a su Patria. Recuerdo que cuando pasábamos por la Casa Rosada y veía la inmensa bandera que flamea en el parque  Colón, SIEMPRE disminuía la velocidad y decía: “¡Qué hermosa!”, invitándonos a todos a admirarla con sus mismos ojos. 

Estando en plena guerra se decide que el buque Bahía Paraíso se transforme en buque hospital, como consta en las crónicas de la época: “En los primeros días de Junio aparecieron frente Puerto Argentino los dos buques hospitales de la Armada, el “Bahía Paraíso” y el “Almirante Irizar”, los que fueron un enorme alivio para el hospital militar, dado que permitieron evacuar gran cantidad de heridos con los buques anclados a la vista en la bahía. Los helicópteros y las lanchas ambulancia iban y venían “desembarazándolo” de los pacientes en condiciones de ser derivados y completándole los insumos sanitarios necesarios para que pueda continuar su tarea.

Ambos buques navegaron en varias oportunidades alrededor de la Isla Soledad y la Gran Malvina, internándose en estrechos, bahías, fiordos, caletas, etc. aproximándose lo máximo posible a cada asentamiento Argentino, dejando de lado, en muchos casos, el mínimo criterio de seguridad náutica, para poder evacuar en helicóptero, lanchas y gomones,  a los necesitados que existieran”.
Y el comunicado N° 117 dice:

COMUNICADO DEL ESTADO MAYOR CONJUNTO N° 117
Estado Mayor Conjunto comunica que en día de la fecha, 1º de junio de 1982, a las 12:45 horas hizo su arribo a la Bahía de Puerto Argentino, el Buque Hospital A.R.A Bahía Paraíso, pintado, tal como establece la Convención de Ginebra, de blanco con cruces rojas identificatorias de su condición.
Realizó la entrada escoltado por un remolcador y tiene previsto amarrar al muelle a las 13:00 horas.

Creo que fue en esa oportunidad, cuando el buque tuvo que ser acondicionado como hospital que dejaron a los conscriptos ir unos pocos días a sus casas. No recuerdo cuántos, lo que sí quedó en mi memoria visual fue el día que un micro de la empresa Costera Criolla lo llevaría a él, junto a otros soldados, a la Base Naval Puerto Belgrano.

Estaba despidiendo a mi hermano que iba literalmente a la guerra. Tengo en mi mente su imagen: delgado, alto, elegante. Lo recuerdo saludándonos, a mí y a mis padres, desde aquella ventanilla pequeña. No lo podía creer. Esa escena tantas veces vista en películas me tocaba vivirla en carne propia. Argentina, un país pacífico, estaba en guerra.

Entre abril y junio de 1982 mis padres y yo vivimos en una continua zozobra. Con el televisor y la radio siempre encendidos y escuchando cada comunicado del Estado Mayor Conjunto.

Recuerdo especialmente uno que informaba de unos misiles que habían sido dirigidos al Bahía Paraíso, no logrando dar en el blanco. De más está decir que se nos paró el corazón al escuchar dicho comunicado.

Con Alejandro pocas veces podíamos comunicarnos al barco, pero esas oportunidades servían para escuchar su voz que nos tranquilizaba al decirnos que estaba bien.

Sensible al extremo, hombre de bien y siempre solidario. Supimos que trabajó incansablemente en el buque. Tuvo que enfrentar circunstancias terribles como son socorrer y atender soldados –chicos de su misma edad- heridos, mal alimentados, muertos de frío. También recoger los muertos en combate.

Cuando llegó la rendición nuestra ansiedad quería tenerlo ya en nuestra casa, pero al ser buque hospital tenían la tarea de trasladar a todos los soldados al continente. Ale nos contó que el buque estaba colmado de chicos en pésimas condiciones. Hasta en los pasillos estaban llenos de conscriptos que esperaban sus turnos de desayuno o almuerzo.

Recién en los primeros días de julio el Bahía Paraíso llegó a Buenos Aires. Ale llegaba a casa como héroe y así lo recibimos. Familiares y amigos lo fuimos a buscar. En casa lo esperábamos con bombos y platillos. Vivíamos, por ese entonces, en Antonio Devoto, en la calle Francisco P. Varela. Nuestra casa estaba en un primer piso que se accedía por una escalera. Cuando Ale llegó, desde arriba le tirábamos papel picado, globos y lo recibimos con el Aleluya de Haendel a todo volumen. ¡Estaba en casa, estaba con nosotros, estaba vivo!

Fue tan doloroso para mí,  la guerra de Malvinas que durante todos estos años me negué a ver las películas que se hicieron, a leer los libros que se escribieron. A Ale no le pregunté nada, solo lo escuchaba si él quería contar algo. Quizás este ha sido un error de mi parte, pero lo hice pensando que a él le haría mal recordar tan duros momentos.

La vida de Ale continuó. Siempre estando en contacto con los veteranos de Malvinas y dispuesto a volver a las islas cuando fuera necesario. Su inmenso amor a la Patria lo desvelaba.

En su trabajo ayudó a cuantos pudo. Amaba a la gente, sufría con ellos y se alegraba del crecimiento de cada uno de ellos.

Con su familia y sus amigos fue muy generoso, siempre estaba cuando alguien necesitaba de su ayuda. Tuvo la desgracia que su primera hija, Dulce María, falleciera a los cinco añitos. Estos hechos dolorosos más otros lo llevaron, a mi entender, a trabajar mucho. Gran soñador, luchaba y trabajaba incansablemente por sus sueños imposibles lográndolos realizar.

En el año 2007 tuvo una pancreatitis suave y en esa ocasión le extirparon la vesícula. Trataba de cuidarse en las comidas, pero le costaba. El 11 de diciembre de 2009 se despierta con fuertes dolores abdominales. Se interna. Al día siguiente deciden dormirlo para hacer mejor el tratamiento. Antes de dormirlo nos dijo que estaba tranquilo. Se desencadena una pancreatitis aguda grave y fallece el 31 de diciembre de 2009. Durante esos días estuvo acompañado por un sinnúmero de familiares, amigos, compañeros. En su velatorio hubo tanta gente que el señor de la casa velatoria, con lágrimas en los ojos y en el momento que quedamos sus íntimos para despedirnos de Ale antes de que cierren el cajón, no dijo:”trabajo aquí hace muchísimos años y nunca vi tanta gente”. Era cierto, a pesar que era fin de año y todos estaban celebrando la llegada del Año Nuevo, muchas personas, a las que agradezco infinitamente, estaban allí, acompañando a Ale, mi amado hermanito, un héroe en Malvinas y en la Vida!

La vida y Dios tienen esas cosas que como creyente acepto a pesar del gran dolor que me embarga. Quiso la vida que se cruzara en mi camino mi querido Pancho, el Dr.Francisco Pestanha, gran malvinero, entre otras virtudes, que se convirtió en mi jefe en la empresa donde trabajo. Y él es quién hoy está exorcizando mi negación, a causa del dolor, del tema Malvinas.

Quiero también, agradecer a Leticia Manauta que con su paciencia y compresión me brindó el tiempo necesario y me dio la confianza para que hiciera este escrito.

Me ha costado mucho escribir este texto, he llorado en varias partes al escribirlo. Extraño mucho a mi hermano. Sé que él está conmigo y con todos los que lo amamos. Siento su presencia todos los días y a su recuerdo y memoria dedico esta crónica.

Alejandro Rosas, héroe de Malvinas, tu vida es ejemplo para todos nosotros y tu amor por el ser humano es el motor que nos permite seguir andando.

Tu hermana, Cristi               28/02/2012 

Notas: la carta fue publicada en el libro: "MALVINAS 1982-2012" editado por Unión Personal Civil de la Nación (Los nacionales).
Las fotos del Buque Bahía Paraíso fueron extraídas del buscador google. Las otras fotos corresponden a fotógrafos de la Agencia Telám que cubrieron el conflicto bélico.

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