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ALGUNAS PINCELADAS
SOBRE EL FILM “4 DE JULIO. LA MASACRE DE LOS PALOTINOS” (2007) de Pablo
Zubizarreta y Juan Pablo Young.
El 4 de julio de
1976, en un apacible barrio de la Capital Federal fueron encontrados cinco
cuerpos acribillados a balazos. La Masacre de los Palotinos, como es conocido
el hecho, fue ejecutada por personas armadas que no se identificaron y que
sustrajeron objetos y papeles de propiedad de las víctimas. Los sacerdotes y
seminaristas asesinados eran: el cura párroco Alfredo Kelly, los sacerdotes
Alfredo Leaden y Pedro Duffau y los seminaristas José Emilio Barletti y Salvador
Barbeito. El Padre Alfredo Leaden, de 57 años, era delegado de la Congregación
de los Palotinos Irlandeses; el Padre Pedro Duffau, de 65 años, era profesor;
el Padre Alfredo Kelly, de 40 años, era director del Seminario de Catequesis en
Belgrano y profesor en el Colegio de las Esclavas del Santísimo Sacramento;
Salvador Barbeito, de 24 años, era seminarista, profesor de filosofía,
psicología y catequista además de rector del Colegio San Marón; Emilio
Barletti, de 25 años, era seminarista y profesor.
Otros miembros de
la comunidad por diversos motivos no estaban esa noche y salvaron su vida.
Algunos de ellos dan testimonio en el film.
- Algunas
consideraciones a partir de mirar la película que me parece
importante aportar para un posterior debate.
- Lo
que podemos observar en la película es lo que ha sucedido, el hecho es un
brutal asesinato y contamos con el testimonio de testigos y personas
cercanas a la comunidad de San Patricio.
- Podemos
también sacar otros elementos: hay testimonios de la jerarquía católica de
la época y su convivencia con las autoridades militares de ese
momento. Obispos como Tortolo, Plaza, Bonamín cercanos a la estructura de
poder y a la represión realizada por la Junta Militar. Podemos observar
sus palabras y sus actos en algunos pasajes muy bien insertados.
- Según
testigos de datos aportados en la causa se desprendería que la armada tuvo
participación efectiva en esta masacre. Podemos unir este hecho a
que el 8 de diciembre de 1977 fueron secuestradas dos monjas
y diez familiares de personas desaparecidas que salían de la Iglesia
de Santa Cruz, de los sacerdotes pasionistas, también de origen irlandés.
Justamente estaba infiltrado en ese grupo un capitán de nombre Astiz,
perteneciente a la armada. Estas personas fueron vistas por última
vez con vida justamente en la Escuela Mecánica de la Armada.
- La
Congregación a nivel de los superiores generales cuestionaba a los
estudiantes porque decían que estos tenían armas y formaban parte de algún
grupo armado. Ellos con justa razón lo negaron y también recibieron
el apoyo de los curas que eran sus formadores en la vida religiosa.
- El
hecho fue premeditado y respondía a una venganza llevada a cabo por uno de
los tantos grupos de tareas que pululaban sembrando el terror por este
territorio y el resto de América Latina.
- Son
crímenes de lesa humanidad que todavía esperan respuesta de parte de la
justicia argentina.
- Aquí introduzco de mi
parte algunas preguntas que me surgen
–no están ligadas a este hecho puntual- de las investigaciones realizadas
por diversos autores sobre el terrorismo de estado y los grupos armados,
en su relación con la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas.
Se conoce que
sacerdotes, religiosos y laicos cristianos eran portadores de armas (“tenían
fierros” como se decía en la época) o bien guardaban armas de algunas
organizaciones armadas clandestinas.
- Me
pregunto: ¿es compatible querer vivir el Evangelio o bien predicar
el Evangelio y estar armado? ¿La violencia armada es una
actitud que puede vivir un hombre-mujer de la Iglesia? ¿Jesús vivía y
alentaba la violencia armada?
- Aquellos
sacerdotes, laicos, religiosos, dirigentes de las diversas iglesias que
impulsaron con sus palabras y actos a tomar las armas a cientos de
jóvenes: ¿asumen hoy su responsabilidad? ¿Hicieron un mea culpa de lo
realizado? ¿Tienen o tendrán las agallas para pedir perdón a sus
familiares por haberlos incitado a actos de violencia? ¿Cuál es la línea
que separa a un pastor que perdona a alguien que ha torturado y un
pastor que ha alentado a un joven a matar a una persona indefensa?
De mi parte me sigo
realizando, a medida que estudio e investigo las décadas de los 60 y 70 en nuestra Argentina estás
y otras preguntas. Todavía hay actores vivos que las pueden responder. De parte
de los militares y de los pastores que los sostuvieron sabemos sus respuestas.
Nos faltan las
respuestas de aquellos pastores que sostuvieron a los grupos armados.
- Mi
encuentro personal con parte de esa historia de San Patricio.
En los 90 cuando se
iniciaba un tenue contacto entre cristianos de diversas iglesias para comenzar
a acompañar a persona con HIV fui invitado a una reunión que se llevó a cabo en
la Iglesia de san Patricio. En un momento el sacerdote párroco del lugar nos
invitó a los presentes a visitar la capilla. Nos encontramos con un trozo
de la alfombra –que había sido rescatada del olvidado, se lo mencione en el
film- donde se puede observar todavía los orificios de los cientos de balazos y
la sangre adherida a la misma. Todos quedamos enmudecidos en ese momento, el
silencio fue una oración que expresamos como estupor pensando que el ser humano
podía hacer semejante acto de brutalidad ante otros seres humanos.
Quiero rescatar la
personal del Sr. Alberto Zubizarreta –ya ha vivido su Pascua-, a quien conocí
en los años 80. Como vecino del lugar nunca dejo de bregar por el
esclarecimiento del brutal hecho. Un hombre común y que en silencio lucho
por la democracia naciente y por el respeto a los derechos humanos. Su
hijo Pablo es uno de los realizadores de la película.
Para aquellos que
deseen conocer más el tema pueden leer el libro “La Masacre de San Patricio”,
del periodista -ya fallecido- Eduardo Kimel que ha realizada una minuciosa
investigación y ha batallado personalmente por el esclarecimiento de la verdad.
También hay un libro del Gabriel Seisdedos titulado “El honor de Dios” que habla de
dicho tema.
Comparto el
sentimiento de la comunidad palotina que expresa que sería una injusticia
olvidar a sus mártires, ya que fueron cinco hombres consagrados que
vivieron en comunidad y murieron en comunidad, dedicados a la justicia y la
paz. Tenemos que saber quiénes son los autores intelectuales y los que ejecutaron
dichos asesinatos. Como expresa el padre Tomás O’Donnel, superior de los
Palotinos “Una
vez que tengamos respuestas a nuestras preguntas, seremos los primeros en
perdonar”.
Sergio Dalbessio
En el siguiente
link la película se divide en 9 partes, cada una de ellas tiene una duración
entre 10 y 12 minutos cada una.
El siguiente texto
es la noticia aparecida en el matutino Clarín luego de la Misa que celebró el
entonces Cardenal Bergoglio a los 25 años de la Masacre. Aquí se pone de
manifiesto el acto de la Iglesia y la Congregación Palotina de iniciar la causa
de beatificación de dichos mártires.
DERECHOS HUMANOS: A
25 AÑOS DE LA MASACRE DE SAN PATRICIO
Quieren declarar mártires a religiosos palotinos
Quieren declarar mártires a religiosos palotinos
SERGIO RUBIN
El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, acaba de manifestar su disposición para iniciar el proceso canónico (eclesiástico) que debe confirmar si cinco padres palotinos fueron asesinados durante la dictadura por proclamar el mensaje del Evangelio. Así, podrían ser considerados mártires y, por ende, declarados beatos. Este último es el escalón inmediatamente anterior al reconocimiento de un santo.
El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, acaba de manifestar su disposición para iniciar el proceso canónico (eclesiástico) que debe confirmar si cinco padres palotinos fueron asesinados durante la dictadura por proclamar el mensaje del Evangelio. Así, podrían ser considerados mártires y, por ende, declarados beatos. Este último es el escalón inmediatamente anterior al reconocimiento de un santo.
Las causas de
canonización son un largo y complejo proceso que empieza en la diócesis donde
murieron los candidatos y sigue en el Vaticano. Requieren un estudio minucioso
de los propuestos. Y luego hace falta comprobar que Dios obró un milagro por su
intercesión para que sean declarados beatos; y otro más para que sean santos.
Pero hay una
vía más rápida: ser reconocidos como mártires.
El reconocimiento
como mártires de los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Dufau y
los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti —un gran anhelo de la
comunidad palotina— cobró fuerza al cumplirse los 25 años del crimen del 4 de
julio de 1976, un hecho que pasó a la historia como “La masacre de San
Patricio”.
Bergoglio
presidió la misa en la iglesia de San Patricio (Belgrano R), secundado por el
nuncio, monseñor Santos Abril y Castelló, una docena de obispos y 60
sacerdotes. Fue la primera misa en ese templo por el luctuoso hecho de un
cardenal primado y un nuncio desde las exequias, que oficiaron los entonces cardenal
Juan Carlos Aramburu y nuncio Pío Laghi.
Una multitud colmó el templo. Muchos fieles debieron seguir la celebración desde la calle, por pantalla gigante. En primera fila se ubicaron el jefe del Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra; la vicejefa, Cecilia Felgueras y el senador Antonio Cafiero. Más atrás, el ex embajador ante la Santa Sede Rubén Blanco.
En su homilía, Bergoglio destacó la fidelidad a las enseñanzas del Evangelio de los religiosos asesinados y, en ese sentido, señaló que “ser testigos de Cristo es comenzar un camino que no sabemos dónde terminará”. Y, parafraseando a Jesús, afirmó que “debemos pedirle perdón a Dios porque (los que mataron a los religiosos) no sabían lo que hacían”.
Con todo, lamentó que luego del hecho “vinieron los etiquetamientos” de las víctimas para desacreditar su papel religioso. “Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión hasta su muerte, de Alfie (Kelly), quien sólo pensaba en Dios”, subrayó. Y completó: “Lo nombro a él porque soy testigo de su corazón y, en él, a todos los demás”.
Los cinco religiosos fueron asesinados entre la una y las tres de la mañana en la casa parroquial. Los cuerpos fueron encontrados en medio de un charco de sangre, sobre una alfombra roja. Las manos del padre Dufau estaban atadas por la espalda. Sobre el cuerpo de Barbeito había sido colocado un póster de Mafalda, que aludía a los métodos represivos. Nunca se determinó quiénes fueron los asesinos. Se sospecha de grupos parapoliciales.
Una multitud colmó el templo. Muchos fieles debieron seguir la celebración desde la calle, por pantalla gigante. En primera fila se ubicaron el jefe del Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra; la vicejefa, Cecilia Felgueras y el senador Antonio Cafiero. Más atrás, el ex embajador ante la Santa Sede Rubén Blanco.
En su homilía, Bergoglio destacó la fidelidad a las enseñanzas del Evangelio de los religiosos asesinados y, en ese sentido, señaló que “ser testigos de Cristo es comenzar un camino que no sabemos dónde terminará”. Y, parafraseando a Jesús, afirmó que “debemos pedirle perdón a Dios porque (los que mataron a los religiosos) no sabían lo que hacían”.
Con todo, lamentó que luego del hecho “vinieron los etiquetamientos” de las víctimas para desacreditar su papel religioso. “Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión hasta su muerte, de Alfie (Kelly), quien sólo pensaba en Dios”, subrayó. Y completó: “Lo nombro a él porque soy testigo de su corazón y, en él, a todos los demás”.
Los cinco religiosos fueron asesinados entre la una y las tres de la mañana en la casa parroquial. Los cuerpos fueron encontrados en medio de un charco de sangre, sobre una alfombra roja. Las manos del padre Dufau estaban atadas por la espalda. Sobre el cuerpo de Barbeito había sido colocado un póster de Mafalda, que aludía a los métodos represivos. Nunca se determinó quiénes fueron los asesinos. Se sospecha de grupos parapoliciales.
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