Educación:
la clave para armar el ser humano y la pieza necesaria para reconstruir la
sociedad
Hace ya
unos meses –al finalizar el año 2007- escribía en este mismo medio
un
artículo titulado “Mayor educación=menor inseguridad: una ecuación
exacta”
lo siguiente: “Los pueblos, sociedades y gobiernos que han apostado e
invertido
en educación no perdieron, por el contrario, desarrollaron más su
crecimiento.
(Hace un tiempo una noticia daba cuenta de aquellos presos que
en la
cárcel de Villa Devoto estudiaron, inclusive hasta el nivel universitario.
Luego,
reinsertados en la vida común, solamente reincidieron en del delito el
1%. Por
lo menos, es para pensar).
Más
aulas, más maestros, más alumnos, serán menos cárceles, menos
guardiacárceles
y menos delincuentes. La ecuación es simple”.
El Centro
de Derechos Humanos “Emilio F. Mignone” dependiente de la
Universidad
Nacional de Quilmes ha cumplido diez años de intensa y meritoria
labor.
Para conmemorarlo se han llevado a cabo diversos actos: mesas
redondas,
disertaciones, paneles y un momento dedicado al canto coral (el
coro
estaba integrado por internos e internas del Servicio Penitenciario
Provincial).
Mi paso
por la Universidad y en afinidad a las propuestas allí desarrolladas tuve
la
oportunidad de participar de una de ellas. El Licenciado Rodolfo Brardinelli,
Profesor,
investigador, y responsable del Grupo de Estudios Sociales de la Vida
Penitenciaria
(GESVIP) modero el panel sobre “los derechos humanos en la
visión de
los internos penitenciarios”.
Más allá
de apreciar las historias personales de cada uno, ricas en
experiencias,
cargadas de sentimientos, de mucho dolor y también con un gran
deseo de
querer luchar por vivir, me detengo a resaltar un punto que es
esencial
y da razón a ese artículo escrito hace un tiempo.
Lo común
a todos ellos es (o fue) que la lectura y el estudio los ayudó a abrir
sus
mentes, sus perspectivas, sus horizontes y no buscar nuevamente en el
delito
una forma de vida.
El más
joven, acababa de recibirse de abogado, otras cursaban el secundario o
bien ya
también tenían terminado carreras universitarias. Uno de ellos leyó un
cuento
escrito en la soledad de una cárcel del sur de nuestro país, maravilloso
relato de
fina escritura.
Por eso
la insistencia que como país debemos apostar a los espacios de
estudio,
con especial hincapié en la educación –tan de moda a debatir durante
años, sin
embargo seguimos cayendo en las evaluaciones que a nivel mundial
se
realizando y años tras años nos ven bajando un escalón –ampliando el
retroceso
en este sector. Todos dicen, pocos hacen y muchos sufren (o
sufrimos)
esas falta de políticas públicas educativas inclusivas.
Los
medios de comunicación social –en especial la TV- muchas veces generan
una gran
sensación de miedo e inseguridad. Por eso la responsabilidad social
de los
comunicadores –tan lejos de códigos de ética en muchos de ellos y
ellas-
deberían preguntarse por el valor de una imagen, ya que con la misma se
puede
construir o buscar justicia o bien generar exactamente lo contrario.
Hoy,
antes de dar la puntada final a este escrito, leía en una entrevista al
Ministro
de Seguridad Bonaerense, Carlos Stornelli, donde expresaba lo
siguiente:
“Indudablemente , la exclusión es uno de los factores que lleva los
menores a participar en delitos. Sin ninguna
duda, la exclusión, el hacinamiento
y la
pobreza son causales científicamente probadas como para que, desde una
corta
edad, los jóvenes ingresen al delito. Es alarmante ver por otra parte, que
en
nuestra provincia aumenta la cantidad de menores, y aun chiquitos, que
intervienen
en hecho muy graves. Es tremendo pero constituye una constante
diaria”
(Diario Perfil, Suplemento Domingo, 28/09/08).
Vuelvo a
insistir en esta idea: sin educación no se ve crecimiento, tampoco
superación
personal ni comunitaria.
Sin
enseñanza sea cae en la ignorancia, en la frustración y se obstruyen las
perspectivas de soñar un futuro, donde fomentar
los talentos personales sería de un gran beneficio social.
Terminaba
el escrito citado al principio diciendo “El mensaje de Cambalache,
que
parece actualizado en forma permanente, “…el mundo fue y será una
porquería”,
se puede trastocar y convertirlo en esperanza de otro mundo
posible y
otra sociedad.
El deber
es intentarlo con firmeza”. Pero ya no es deber intentarlo, sino HACERLO con
FIRMEZA.
Por el
bien de nuestros niños, de nuestros jóvenes y de cada uno de nosotros
ciudadanos
y ciudadanos que nos merecemos vivir en un país, en una tierra,
en una
nación con grandeza y en paz.
Terminando
con una frase de Terencio “Soy hombre y nada de lo humano me es
ajeno”.
Lic.
Sergio L. R. Dalbessio
-Texto escrito y publicado en Pasos Magazine en diciembre
del 2008-
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