BIBLIOTECA
PEDRO LUIS
ARMANO
LECTOR-MAESTRO-PROFESOR
PERIODISTA-ESCRITOR-AMIGO
EN SU MEMORIA
En los años setenta Vinícius de Moraes, el poeta
brasileño, visitó la Argentina. Un joven poeta, Santiago Kovadloff. lo visitó
en el hotel con el fin de presentarles unos poemas. Vinícius que lo recibió con
un vaso de wisky a las 10 de la mañana, con mucha cortesía comenzó a leer uno
de los poemas. Vinícius, que había sido encargado en la Embajada de Brasil en
Uruguay conocía muy bien el castellano. Le iba diciendo, “muy bien esta
palabra, qué buena pero yo pondría esta otra”; “excelente este término, muy
bueno…pero probá poniendo esta otra palabra” y así poco a poco le fue cambiando
con elegancia, buen tino y respeto cada una de las palabras que Vinícius creía
podían enriquecer aquellos poemas. La anécdota, contada las otras noches en la “Tertulias de los jueves” por el poeta y
filósofo argentino, me da inspiración al texto en memoria del amigo Pedro Luis
Armano.
Vamos a comenzar a transitar los diez años de la Pascua
de Pedro. Su recuerdo en nuestra memoria, de aquellos que tuvimos la fortuna o
gracia de disfrutar de su amistad, sigue perdurando día a día. Cuando vemos una
foto de él, o sacamos un libro de la biblioteca que nos obsequió, o abrimos una
agenda y en la letra “A” donde está su nombre, dirección y teléfono, en las
charlas con algunos amigos en común siempre aparece su persona, sus palabras,
sus gestos y actitudes.
En estos días me preguntaba ¿cómo viviría Pedro estos
tiempos de aislamiento social y pandemia? Él que se lavaba continuamente las
manos, que comía sin sal –era un leve incordio ir a almorzar con Pedro pues
comenzaba siempre preguntando si cocinaban con sal o sin sal, ya que cuidaba cada detalle de su salud y
estética, pienso en el guardapolvo perfectamente planchado por Licha o Dora, a
quienes respetaba y quería con un gran afecto.
Seguramente mantendríamos por WhatsApp las interminables charlas que solíamos tener
por teléfono. Eran tiempos donde las redes sociales no habían hecho ebullición
en el mundo, recién comenzaban a asomarse, a pispiar a los seres humanos que en
poco tiempo seriamos abordados por ellas. Sin embargo hoy vemos su utilidad en
todos los aspectos, desde lo educativo hasta las compras on-line. ¿Qué diría
Pedro de este “nuevo mundo posible que habría la tecnología”?
Pedro con quien se podía charlar de política, de libros,
de cultura en el amplio sentido, desde cine, música, cuadros, teatro y todo el abanico
de temas que se pudiera imaginar. Siempre atento a lo que al otro le gustaba o
necesitaba. Su seriedad matizaba con un fino humor, irónicamente sarcástico,
pero sin perder su compostura ni siquiera en el tono de voz y dejando a su
interlocutor en un desapercibido off-side, hablando en términos futbolísticos.
Podría contar cientos de historias, cada uno de los que
lea estas líneas también recordarán –pasarán por el corazón, de eso se trata la
Pascua- las que vivieron junto al amigo Pedro.
Siempre respetuoso de aquellos
que pensábamos distinto y cerrando con la frase cuando algo no lo convencía:
“lo pensaré”. Hicimos juntos un libro sobre educación que se llamó “Educación
¿problema o dilema?”, cada uno escribió sus textos y fue prologado por
el Profesor Roque E. Dabat, en ese momento vice-rector de la Universidad de
Quilmes, su escrito fue un artículo más del libro. Pedro, sin conocerlo, estaba
feliz de que alguien se tomará el tiempo para potenciar nuestros textos. Los
tres teníamos opciones políticas diversas pero pudimos anclar en el mismo texto
y compartiendo las mismas páginas. ¿Qué pensaría Pedro de la grieta existente y
dónde estaría situado?
No deseo extender estas líneas y por eso vuelvo al primer
párrafo a la historia de Vinícius y Santiago. Para mi persona tuvo la misma
actitud de Vincíus hacia el joven Santiago. Yo le llevaba textos y él con
paciencia y delicadeza me iba haciendo observaciones y correcciones, siempre
desde “quedaría mejor así”, “si ponemos esta palabra le va a dar más fuerza a
la idea” o “deja que esto lo piense el lector”. Un maestro con todas las letras,
lejos de anular al alumno o al principiante, Pedro lo estimulaba a la
superación, a la búsqueda y a la corrección. Así también lo hacía con la
lectura de los libros, sugería, alentaba, guiaba, no imponía. ¿Qué diría de
estos tiempos donde se quiere imponer el pensamiento único?
Por eso en este aniversario le hago a Pedro dos regalos:
el primero es una frase que tallé en estos días: “La pandemia es una coma en la escritura de la humanidad que seguirá
escribiendo su historia” y el otro es el texto “INSUMISOS” de Tzvetan
Todorov. Seguramente ambos le habrían gustado y sostendríamos largas tertulias
sobre la frase y sus significados y la relevancia de los testimonios narrados
en el libro.
Como lo expresé hace años en el escrito “Al maestro con
cariño”: Este monje adulto le dice a usted Pedro que tenga la tranquilidad que
la letra escrita tuvo un gran sentido porque cultivó el don maravilloso de la
amistad.
Sergio L. R. Dalbessio, Bernal, Mayo de 2020.
Nota: los libros que se ven en la primera foto me fueron obsequiados por la Familia de Pedro, por pedido de él. Les agradezco su desprendimiento. Gracias.
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