Padre
Nuestro
que
habitas en el cielo y en la tierra,
que estás
aquí junto a nosotros,
en este
momento estás junto a mí.
Santificamos
tu nombre,
te
llamamos Dios porque lo creemos,
aún en
medio de las dudas y enojos
balbuceamos
e invocamos tu nombre.
Venga a
nosotros la verdad, la justicia,
la paz, la
misericordia, el perdón y
la
compasión.
Buscamos hacer
el bien, con sincero corazón,
y a veces
no nos sale como deseamos,
pero
tenemos la certeza que estamos construyendo juntos
tu Reino,
ese que nos enseñó Jesús, con palabras y acciones.
Reino que
es una comunidad, un espacio donde todos cabemos,
sin
exclusiones, respetando y valorando las diferencias tan necesarias
para
crecer como personas y como humanidad.
Háganse
tus deseos de que el hombre viva en armonía,
hagamos
nosotros lo posible esos deseos,
que los
seres humanos junto la naturaleza
y al
cosmos que nos cobija,
podamos
vivir anticipadamente los destellos
de lo que
será contemplado eternamente
luego de
nuestra muerte física y psíquica,
fluirá
nuestro espíritu con toda su energía,
allí en lo
que llamamos cielo, que incluye la tierra.
Danos el
pan nuestro de cada día,
el de la
mesa cotidiana,
el de la
salud,
de la
educación,
del
trabajo, de la diversión,
de la
libertad de expresarnos, de rezar, celebrar y cantar,
de ser
artesanos con nuestros manos,
el de
respetar la naturaleza,
el pan del
dialogo,
de buscar
la plenitud como mujeres y hombres.
Te pedimos
ese pan porque sabemos
que vistes
los lirios del campo y
das de
comer a los pájaros del cielo.
Perdona
nuestros enojos, mentiras, violencias,
calumnias,
divisiones y guerras
que traen
muerte, dolor y deseos de venganza.
Desde
nuestra fragilidad nosotros intentamos perdonar
a aquellos
que nos hicieron daño
y a los
que consideramos que dañaron
a nuestra
familia, grupo, tribu, amigos y compañeros.
Ayúdanos
para que no cedamos a la tentación
de ser
violentos, corruptos, egoístas, avaros,
de aplicar
la ley del talión
y danos la
fuerza para no convertir en actos aquellos
pensamientos
segregacionistas, egoístas, de muerte,
y que las acciones que realicemos para con los
demás
estén
inspiradas en el Bien.
Que pueda
ser así, amén, que lo que pedimos lo podamos vivir.
Sergio D.
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