Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








lunes, 5 de marzo de 2012

La experiencia de ser monjes por unos días -27 al 29 de diciembre de 2010-


Apuntes monacales

Estimo que la espiritualidad debe estar enraizada –como una raíz plantada en tierra- en la humanidad. Sino no es así se convierte en algo disociado, descarnado, separado, no entroncado con la realidad que vivimos a diario. No puede ser fe y vida en dos planos diferentes que no tengan relación entre ellos. Son dos planos vividos por la misma persona, por eso somos seres humanos que tenemos sed de lo Transcendente. Ahí está anclada nuestra espiritualidad.

Primeramente fuimos dos personas que decidimos realizar está experiencia, buscando ser fieles a aquel mandato de Jesús: Vayan de dos en dos.
Después de varias idas y venidas, el lunes 24 con el amigo Rafael partimos de Plaza Once hacia Luján, y nos instalamos, recibidos por el P. José –hospedero del lugar- en lo que sería una experiencia de tres maravillosos días, en el Monasterio San Benito que tienen los monjes benedictinos en esa localidad bonaerense.
Teníamos un plan mínimo que era: participar de los oficios religiosos de los monjes, realizar unas lecturas que previamente teníamos y poder pensar lo que cada uno ha vivido en estos tiempos. Respetando tiempos personales y también en algún momento poder compartir experiencias

Esto fue motivado por la necesidad de buscar un espacio de encuentro y oración. Nos encontramos con momentos fuertes de oración comunitaria y también personal.
No descuidamos aquellos momentos de oración de a dos, como el rezo del rosario caminando por el amplio jardín del monasterio, que nos acercó a nuestra devoción mariana.
Nos dimos un espacio para la reflexión de la Palabra. La escucha, el rumiarla, el asimilarla, el hacerla oración. La lectio divina como un paso importante en la vida de trabajadores del Reino.
Nos ha servido como un tiempo para ir haciendo un balance de nuestra vida, de lo vivido, experimentado en todo esto tiempo.
Momentos fuertes de relación-religamiento con la naturaleza. Por eso fuimos anotando aquellos seres de naturaleza que me encontraba o podía observar. Plantas, árboles, abejas, arañas, liebres, perros, mosquitos, ardillas, pájaros, flores, loros barranqueros, pasto, agua, cielo, estrellas, nubes, sol, luna.
El canto de las aves y el silencio que nos envolvía refrescaban el oído, aclaraban la vista, se sentía en el alma, el cuerpo dócil a está experiencia de sentirse en armonía con el entorno natural que nos ofrecía el deseo de orar.

La vida monacal es interesante, intrigante, mística y por sobretodo rutinaria.
Para aquellos que la ven desde afuera lo rutinario es lo que perciben con mayor insistencia.
En esa rutina hay un gran valor que debemos descubrir como una gran riqueza que nos puede ayudar a vivir los momentos presentes de nuestra historia.

En primer lugar, el horario de la abadía

4.40 Levantarse
5.00 Vigilias (O “maitines”)
6.15 Desayuno
7.15 Laudes
8.00 Misa Tercia
12.20 Sexta
            Almuerzo
15.45 Nona
16.30 Merienda
18.15 Vísperas
19.30 Cena   
20.15 Completas

Este horario se lleva adelante durante todo el año. Las cuatro estaciones: verano, otoño, invierno y primavera. Días de sol, con frío, con lluvia, con nieve, con viento o con gran calor, allí están los hermanos monjes con su hábito orando, salmodiando –sus oraciones tienen un fuerte asidero en los salmos-, cantados, hablados, a dos coros, con una inclinación al momento de orar el Gloria van marcando el tiempo de estar en el monasterio.
Conocí a los monjes allá por el año 1980 por una necesidad de realizar un retiro. Fue justamente en el mismo Monasterio que llegue en estos días, después de 30 años. En este caso no cabe el tango que dice “20 años no es nada”, aquí fue una década más y fueron muchas realidades que las fueron transformado a mi persona, de aquella de 18 años  a esta de casi 49.
No solamente lo exterior ha cambiado –y ahí se nota más el paso de los años-, sino lo profundo, la caverna interior que tenemos donde nos recluimos para conocer más de nosotros.
Nuestra conciencia, nuestra alma, nuestro corazón, nuestro ser profundo.
Buscamos interiormente conectarnos con la Transcendencia. Ella nos busca a nosotros y nosotros balbuceamos interiormente como niños y vamos a tientas a su encuentro.
Todo lo que nos rodea nos puede dar una ideas o destellos de la presencia de Dios en el mundo, pero la búsqueda de El se da en lo profundo de nuestro interior. Allí en el fondo, en lo que llamamos la dignidad de la persona humana, habita El, que es trascendente, inmanente, plenitud.

Compartíamos el almuerzo y la cena con la comunidad (aclarando que el desayuno y la merienda son libres). Todos los monjes tiene su lugar asignado, y los visitantes nos sentamos alrededor de  la mesa que se encuentra como abrazada por la comunidad de hermanos. Mientras uno alimenta el cuerpo, un hermano va leyendo diferentes relatos, los cuales son muy actualizados. Cuando la última persona termina su bocado de comida, el Prior –superior del lugar- toca una campana pequeña, se hace la oración de agradecimiento y cada uno se sumerge en la tarea de lavar  y secar los utensilios, guardar la comida  y bebida que quedaba, hacer una rápida limpieza del lugar, mientras el hermano que había leído procedía a almorzar.
Por deseo nuestro solicitamos tener un encuentro-diálogo con algún hermano. Por eso “Tuvimos una charla en la última noche con el P. José, (Hno. “hospedero”), quien había estudiado Cs. Económicas, trabajado en Brasil antes de ingresar al monasterio, estudiado un posgrado en liturgia en Roma, Francia, Inglaterra, …. ¡un genio que hablaría 6 idiomas, como mínimo..! Y se había ordenado sacerdote hacía menos de un mes, a los 51 años, para poder administrar el sacramento del Perdón a algunos seminaristas a los que acompañaba espiritualmente, luego de haberles dado clase… En esa charla, me llamó la atención el tono de humildad y sencillez en sus palabras, la sabiduría que da el poder ver las cosas en perspectiva, en plazos y tiempos largos, y, al mismo tiempo, cómo estaba al tanto de muchas cosas, mencionando páginas webs varias, artículos de escritores dispares y, la actualidad de las inversiones chinas en África, la popularidad de Marcelo Bielsa al frente del seleccionado chileno de fútbol, etc.
 Comentó sobre algunos tipos de fe, que son puramente humanas, que no tienen nada de trascendente. Hay momentos, donde la fe se juega, precisamente, en las dificultades, cuando todas las previsiones humanas se caen….
 Sobre la actualidad eclesial, destacó los avances en materia de ecumenismo (Lefevbre) y diálogos interreligiosos (musulmanes, judíos, cristianos). Coincide con otros pensadores en señalar que esta parece ser una clave de la espiritualidad que viene. Otro rasgo que mencionó fue el de las “pequeñas comunidades”, como un volver a los orígenes. Acordó con Rahner en que habrá que ser cristianos místicos o no seremos nada…. En este sentido, recordó que Dostoievsky ya consideraba que los monasterios tenían la función de “repristinizar la fe”, (¿de ser “reservorios de espiritualidad”??)
 Lamentó algunas actitudes soberbias a la hora de juzgar el pasado argentino y eclesial.
 En relación a la actualidad del país, señaló que la Argentina es un país en el que falta “acumular” experiencia, (¿“capitalizarla”?), aprender como sociedad… (¿“capital social”?)
 Recomendó algunas lecturas: del benedictino Anselm Grün, sus primeras obras (sobre “nuestras sombras”, o “la misión de los 40 a los 50”, las que no eran tan marketineras, como las más recientes), un comentario de Enzo Bianchi sobre la 1ª carta de Pedro (http://www.betania.es/historico/476-7dom-pas/1-libro.htm ), y una aplicación de la Regla de San Benito a la administración y el management,”

Rafael y Sergio

Sostuvimos con el hermano Rafael charlas y debates sobre temas teológicos, como el laicado, el sacerdocio, los ministerios ordenados, la catequesis, los jóvenes y la iglesia, el perdón, la Argentina y su historia.  Además de diálogos sobre nuestra vida personal y familiar.
Este pequeño párrafo extraído de la novela “Los bufones de Dios” (se recomienda la trilogía que la componen “Las sandalias del pescador” y “Lázaro”, todas ellas del escritor Morris West) que dice el Papa Gregorio que abdicó: “…Desde el momento en que la existencia de grandes grupos será imposible, los cristianos deberán dividirse en pequeñas comunidades, cada uno de las cuales deberá ser capaz de auto-sostenerse por el ejercicio de una fe común y de una mutua y autentica caridad. Deberán dar testimonio de su cristianismo extendiendo los efectos de su caridad hacia todos aquellos que no comparten su fe, acudiendo en auxilio de los necesitados, compartiendo sus magros medios con los más desamparados. Cuando la jerarquía sacerdotal se vea incapacitada de seguir funcionando, las comunidades cristianas elegirán ellas mismas sus nuevos ministros y maestros para que la Palabra sea mantenida en su integridad y para continuar conduciendo la Eucaristía…”, nos sirve para iluminar algunos de los temas tratados.
De esos días uno se va dando cuenta, decantando, pasando por la zaranda todo aquello que no es esencial en la vida. Quedando en el tapete aquellos elementos que sirven para nuestro caminar diario junto a nuestra familia, nuestros jóvenes, con los amigos, lo esencial que da sentido a nuestra vida, a la existencia. 
Una hermosa experiencia junto al hermano Rafael, para fortalecer vínculos, templar el espíritu y seguir animando la vida junto a Jesús en el trabajo diario por el Reino de Dios. Amén.

Los invitamos a visitar la página web:   http://www.sbenito.org.ar/

1 comentario:

Anónimo dijo...

sos un groso sergio!!!!