ZAZPE,
un HOMBRE de COMUNIÓN, un PASTOR de la FE, un PROFETA SERENO en tiempos
violentos.
“En
tu carta me comentas lo mucho que te ha impresionado la situación de ese padre
que debió emigrar en busca de trabajo.
Quiera
Dios que envejezcas con la misma sensibilidad frente al problema del dolor. Que
nunca te acostumbres a ser sacerdote” (Monseñor Zazpe en carta
que me dirigió en 1981).
Uno de los personajes más significativos de la década del
70 es Monseñor Vicente Zazpe. Sin embargo su figura recién ahora, tibiamente,
se comienza a descubrir.
Un hombre de equilibrio y
de comunión permanente. Aunque sus pares en el episcopado y la misma Iglesia Católica Argentina no ha
destacado lo suficiente su figura profética en los tiempos difíciles de nuestra
Patria.
Un Pastor de su
grey y de todos aquellos que a él se acercaron buscando su oído y comprensión.
Si otro de sus amigos, el mártir Enrique Angelelli, acuñó la frase “con un oído en el Evangelio y otro en el pueblo”, él, Vicente
Faustino Zazpe, la vivió en plenitud.
Estas líneas que transitarán el testimonio personal
quieren ser expresión de afecto a su personalidad y a su cercanía en lo
cotidiano: siendo además una figura que cobró relevancia continental por
algunos de los hechos que luego detallaremos.
En el año 1979 estaba viviendo en la ciudad de San
Francisco, en medio de la pampa gringa. Iban creciendo sus industrias, nacidas
de ambientes familiares y que poco a poco sus productos fueron cobrando
relevancia nacional e internacional. Pero en ese año se generó una de las
tantas crisis que atravesó nuestro país, que me acercó a Monseñor Zazpe. Recuerdo
que el padre de un amigo de barrio y de
aventuras evangélicas se tuvo que trasladar a otra ciudad para conseguir
trabajo. Ese episodio de desmembramiento familiar, aunque fuese por un periodo
determinado, caló hondo en mi corazón. Junto a ese episodio había leído en un
diario un artículo titulado “Los pobres
en la realidad social, económica y política de la Argentina” que firmado por
Gerónimo Dino Martínez terminaba expresando lo siguiente: “En afán de justa correspondencia, desechando prevenciones demagógicas
y antagonismo ideológicos –que tango daño han hecho a los argentinos- debemos
convenir: Argentina será lo que debe ser, solo cuando a sus pobres se los
promueva a dejar de serlo y se los contemple de otra y mejor manera en su
realidad política, económica y social”.
Motivado le escribí una carta a Monseñor Zazpe relatando
esa experiencia y el dolor que me producía la situación social que vivía esa
familia y muchas otras familias argentinas.
A principios del año 1980 viaje a Buenos Aires para
comenzar a transitar el camino de discernimiento en la vida religiosa y me
instalé en el Seminario San Francisco Solano que los Misioneros de la Consolata
tenían en el barrio de Flores, más precisamente en la calle Fray Cayetano 368.
Por estas cosas de la vida, con nuevas actividades fui
olvidando aquella carta enviada. Pero unos meses después recibo un sobre cuyo
remitente era Monseñor Zazpe y en su interior la contestación a esa misiva.
Transcribo algunos párrafos de la misma: “Estimado
Sergio: Contesto tu carta, que me sorprendió y hasta me emocionó. Agradezco tus
palabras y tu afecto. Desde seminarista pensé el Evangelio en orden a la
iluminación de las situaciones concretas. Yo fui sacerdote en la Basílica de
Santa Rosa de Lima durante ocho años junto al P. Rodolfo Carboni que ejercía un
verdadero liderazgo sacerdotal. Con él salíamos a predicar juntos a la plaza
Constitución, plaza Italia, Parque Patricios y otros puntos de la ciudad. En el
recuerdo te podría mencionar una multitud de episodios que revelan la reacción
de la gente ante la predicación callejera. Después incorporamos a muchachos, a
hombres y a mujeres a esa predicación que tuve que dejar, cuando me hicieron
obispo. Cada vez me convenzo más de la seducción del Evangelio, cuando ilumina
las condiciones concretas que viven el hombre de hoy. Desde aquí mis sentimientos
de comunión en Cristo y la Sma. Virgen. Su Firma”.
Desde ese momento mantuvimos un intercambio epistolar,
donde le iba comentando mis reflexiones sobre la realidad nacional y aquellos
primeros e inciertos pasos que iba dando en la vida diaria de una comunidad
religiosa. No he conservado los borradores de aquellas cartas que le he
enviado, si las que me fueron enviadas por Monseñor Zazpe, por eso transcribiré
de cada uno algunos párrafos significativos que hablan de su ser un pastor
cercano al hombre del siglo veinte.
“Mi
estimado Sergio: Acabo de regresar del Congreso Eucarístico de Chile y he
venido impactado por la respuesta del pueblo a la convocatoria del episcopado.
Era una multitud desbordante frente al Santuario Nacional de Maipú que, como en
Mendoza, pedían la paz y la unidad entre Chile y la Argentina. Creo que las
cosas van bien y el diario de hoy anuncia la posibilidad de tener alguna
noticia positiva para la fecha navideña. Te encomiendo en mis oraciones y vos
no dejes de encomendarme en las tuyas. Su Firma” (Noviembre de 1980).
El 26 de diciembre contesta a mis saludos de su trigésimo
aniversario de ordenación sacerdotal diciéndome “No dejes de rezar ya que, a veces, la gente cree que los obispos
estamos confirmados en santidad y no es así. Es necesaria la oración del
sencillo pueblo de Dios para responder fundamentalmente a las exigencias del
Sumo sacerdote Jesús. Con cariño un abrazo. Su firma”.
Con motivo de un nuevo aniversario de su ordenación me
contesta: “Cuando se llega a ese
aniversario uno debe refugiarse instintivamente en la misericordia del Señor
porque si analiza las limitaciones y fallas de tantos años se corre el riesgo
de la desesperación y la angustia La certeza de una misericordia desbordante de
todo limite es el artículo de fe al cual recurro con frecuencia y sobre todo a
medida que se acerca el tiempo de la muerte. Te despido con afecto
bendiciéndote”.
Hasta aquí la relación personal a través de epístolas.
Pero deseo agregar para dejar algunos elementos que nos muestran a ese Zazpe
Pastor y Profeta que en tiempos de violencia tuvo la personalidad de no dejarse
amedrentar y venciendo el miedo dio testimonio junto a otros pastores de una
vida evangélicamente coherente.
El Papa Pablo VI lo nombra su delegado personal para
visitar la diócesis de La Rioja. En esos tiempos, la diócesis pastoreada por
Enrique Angelelli, obispo y pastor con una inserción en el pueblo pobre y
sufriente, puso en jaque a los poderosos que detentaban el poder en esa
provincia cordillerana de nuestro país. Llegaron denuncias a la nunciatura y
hasta al mismo Vaticano sobre las “supuestas
actividades no acordes con el evangelio” de Angelelli y sus sacerdotes.
Zazpe se tomó su tiempo, recorrió la diócesis, conversó con laicos, religiosos,
sacerdotes, puso su oído en medio de cerros y chayas para palpar con su corazón
el Evangelio que se estaba viviendo allí.
Como representante personal del Papa
pronuncia el 23 de noviembre de 1973 las siguientes palabras: “He recorrido una parte de esta querida
diócesis de La Rioja. He visto su fe católica, su amor emocionante a la Iglesia
de sus antepasados, de sus héroes, de sus caudillos, de sus indígena…Y he visto
con emoción profunda su deseo de pacificación y unidad He constatado su actitud
de fidelidad a la iglesia de ayer y a la iglesia de hoy, que desde su esencial
continuidad quiere vivir las consignas del Concilio Vaticano II, de Medellín o
de San Miguel…, de ser una Iglesia servidora de los pobres. La Iglesia que
quiere servir de modo preferencial a los
que carecen, pero sin odiar a los que tienen; de acentuar su presencia
entre los pobres, pero sin excluir a los que no tienen la dicha de serlo; de
buscar su inspiración en el evangelio y no en la ideologías que lo contradigan.
Así es la Iglesia que encontré aquí en la Rioja, por eso puedo afirmar que la
pastoral de la Iglesia riojana es la pastoral de la Iglesia Universal. Por eso,
al concluir quiero resumir misión. No he venido por mi propia iniciativa: me
han enviado; y el que me envió tiene un nombre concreto: Pablo VI…, y las
consignas son tan concretas como su nombre: pedir la confianza para con el
obispo, porque el Papa se la tiene. El obispo no quiere ni puede servir al
pueblo desde una ideología. Aquí no lo hace…, sino que sirve desde el evangelio
y en unión con el Papa. Aquí si lo hace”.
Esto marca un apoyo explicito a Enrique Angelelli quién
años después, más precisamente el 4 de agosto de 1976, sería asesinado por los
esbirros de la dictadura militar, convirtiéndose en esa manera en mártir de la
fe en los llanos riojanos.
Otro testimonio lo da el Doctor Alberto Molina que
expresa lo siguiente: “Estábamos almorzando cuando la radio anuncia que había
sido muerto nuestro hijo mayor; sería alrededor de la una de la tarde. En medio
del dolor que nos agobiaba, habían transcurrido quince minutos de la noticia,
llama el timbre de la puerta de calle. Era nada menos que monseñor Zazpe, que
acababa de enterarse y dejando todo se apresuraba a venir a darnos un abrazo y
su bendición para que junto a sus oraciones, nos concediera Dios la paz. Igual
actitud adoptó posteriormente en cada oportunidad que sucedió lo mismo con los
restantes cuatro hijos. ¿Cómo olvidar este gesto de Pastor en momentos tan
difíciles?.
Dos párrafos de sendas cartas enviadas a Rodolfo Molinas,
detenido en la Plata:
“Rodolfo
Enrique:…Quiera Dios que esta sea verdaderamente la última carta que te escribo,
porque sigo teniendo la esperanza de tu liberación antes de fin de año. En la
anterior mía, creo que te comente la conversación con el general Liendo sobre
los 500 detenidos que recobrarían la libertad. Por aquí siguen pasando
permanentemente los muchachos y las chicas que se incorporan a la vida habitual
con ciertas dificultades: sobre todo porque encuentran una sociedad que no se
moviliza por los grandes valores del hombres y del Evangelio, sino por las
vulgaridades y mediocridades más comunes…En lo que hace a la visita de contacto
para Navidad se le ha pedido especialmente al almirante Anaya, conceda para
Navidad ese permiso. Espero que nos hayan hecho caso”.
(22-12-1981).
La misiva del 5 de agosto de 1982 le expresa: “Mi estimado Rodolfo Enrique: Lamento y no
comprendo todavía la resolución de la Cámara Federal de Mendoza sobre tu caso.
Realmente, la cruz que estas llevando es sumamente pesada. Me imagino que los
informes sobre tu peligrosidad deben ser tremendos. Lo lamentable es la
fundamentación de los informes secretos sin poder defenderte de las acusaciones.
Una buena parte de la juventud sigue en la indiferencia y la pavada, pero
algunos sectores manifiestan signos de inquietud socio-política, que quiera
Dios, no sean frustradas en sus aspiraciones…”.
El padre Domingo Bresci que fue Secretario General del
Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo expresa en un esquema de homilía para
recordar un aniversario más de la muerte de Zazpe lo siguiente:
- “Habló cuando la mayoría calló.
- Crítico cuando la mayoría fue complaciente, se comprometió en una línea pastoral (Medellín-Puebla) cuando la mayoría casi no la tuvo en cuenta.
- Se interesó por distintas y nuevas experiencias pastorales aunque ello le acarrearía críticas (de la Jerarquía y del régimen político) y riesgos personales (cárcel): reunión pastoral en Ecuador.
- Intercedió ante otros Obispos por sacerdotes que él juzgaba injustamente desplazados o descalificados.
- No temió ser mal visto por visitar a presos políticos o trató de ayudarlos privada y públicamente antes o después de que hubieran cumplido condena”
- Sobre el tema de Angelelli, Bresci expresa “…sé que realmente él apoyó la gestión de Angelelli en contra de las presiones que había para que se lo criticara y condenara a Angelelli”.
En el libro “El
Jesuita” hablando sobre la Iglesia y
la dictadura, el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio dice: “Es cierto que algunos obispos se dieron
cuenta antes que otros sobre los métodos que usaban con los detenidos. Es
verdad que hubo pastores más lúcidos, que se jugaron mucho. Monseñor Zazpe,
siendo arzobispo de Santa Fe, fue uno de los primeros que se percató de cómo
estaba actuando la dictadura a partir del secuestro y la salvaje tortura de quien fuera, hasta el
golpe, intendente de la capital de la provincia: Adán Noé Campagnolo. Hubo
otros también, entre ellos Hesayne, Novak y De Nevares que, enseguida y con
fuerza comenzaron a moverse en defensa de los derechos humanos”.
Expresa el reconocido periodista Pedro Sivak en la revista Criterio lo
siguiente sobre la figura de Zazpe:
“Hombre de confianza de Pablo
VI. El papa Pablo VI guardaba una particular estima por Vicente Zazpe, y fue
así que en enero de 1976 lo eligió para predicar ejercicios espirituales en
Cuba. El primer encuentro fue en La Habana, dirigido a los obispos de ese país
y a los sacerdotes; el segundo, a las religiosas y los seminaristas del
Seminario San Carlos.
En agosto de 1976, Zazpe fue
invitado por el obispo de Riobamba, Leónidas Proaño, a un Encuentro de Pastoral
Indígena en Ecuador, donde participaban obispos, sacerdotes, religiosos y
laicos de América latina y los Estados Unidos. La dictadura que gobernaba
entonces ese país suspendió el encuentro, calificándolo de subversivo, y los
obispos fueron acusados de planificar la caída de los gobiernos dictatoriales
de la región. Fueron detenidas 55 personas, de las cuales 17 eran obispos. Se
los acusó de marxistas y de participar en una supuesta conspiración política.
Cuando los detenidos solicitaron la asistencia de los embajadores y autoridades
eclesiásticas, el pedido fue denegado. A las 2.30 de la mañana, indignado, el
nuncio Jacob logró que fueran liberados.
A su regreso, Zazpe recibió
una nota del presidente del episcopado, cardenal Raúl Primatesta, expresándole
su fraternal adhesión. Pero confidentes de Zazpe dijeron que se había sentido
triste por la indiferencia que notó en el episcopado. El padre Domingo Bresci
comentó: “Lo vi profundamente dolorido, fastidiado y enojado por el vacío que
le habían hecho”.
Podría agregar un sinnúmero de testimonios de laicos,
sacerdotes, religiosas, diáconos permanentes y de otras personas que no tienen
inserción en la Iglesia Católica Argentina, pero deseo terminar este texto con
algunos párrafos de las palabras que Zazpe nos dirigió a los jóvenes el 10 de octubre en el Congreso Mariano
Nacional que se celebró en Mendoza en el año 1980. Conservo la grabación en
un antiguo cassette y el texto desgravado que me produce una profunda emoción,
todavía hoy, al leer y escuchar sus proféticas palabras:
“El Evangelio es vino nuevo
que requiere odres nuevos, el Evangelio es género nuevo que exige traje nuevo,
el Evangelio es creación, nueva, hombre nuevo, vida nueva, El Evangelio no es
remiendo, no es chafaloneria, no es retoque, no es barniz. El Evangelio es
desplazar el tener más por el ser más, es reemplazar el consumo por la
oblación, el usufructo por el servicio y el placer por el deber. Evangelizar es
ubicar valores y derribar antivalores, descubrir la grandeza de la vida y
marginar la estupidez de ciertas vidas…el Evangelio exige apertura,
imaginación, limpieza, sinceridad y autenticidad”.
Sergio L. R.
Dalbessio
ALGUNOS DATOS SOBRE
MONSEÑOR ZAZPE:
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Notas
y bibliografía:
- La “Comisión de Homenaje a Monseñor Zazpe a los 20 años de su muerte” ha editado un excelente material. Son tres tomos donde se pueden encontrar las charlas radiales que desde 1970 daba Zazpe. El título de los mismos es “Habla el Arzobispo” y allí podemos encontrar su pensamiento sobre la realidad Argentina y lo profundo de su teología personal.
- Los testimonios del P. Bresci y de la Familia Molinas se encuentran en el libro “Zazpe, La Argentina secreta”, editado por la Fundación Zazpe, en enero de 1989.
- Don Alberto Molinas, conocido hombre de Santa Fe. Abogado. Director en un tiempo del Servicio Provincial de la Enseñanza Privada. Candidato a Gobernador de la Provincia por la Democracia Cristiana. Cinco hijos suyos y una nuera fueron muertos durante el tiempo de la represión.
- “El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, sj.”, Rubin, Sergio y Ambrogetti, Francesca; Vergara Editores, Buenos Aires, 2010.
- Sivak, Pedro. “Zazpe, el obispo que habló cuando otros callaban”, Revista Criterio, abril de 2012, se puede leer el artículo completo en www.revistacriterio.com.ar
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