Escuchando un reportaje al actor Luis Brandoni, narró que
luego de la muerte del Doctor Alfonsín, mucha gente le contaba anécdotas de
encuentros que habían protagonizado junto al ex presidente argentino. Me quedé
pensando y me dije: qué pena, nunca me encontré con ese gran hombre que fue
Raúl Ricardo Alfonsín hasta que me di cuenta que sí, que había tenido un
encuentro con él.
Corría el año 1989, el mes de abril, iba como todas las
mañana a mi trabajo en el colectivo 130. En esa época trabajaba en un colegio
de la zona de Belgrano. Me levantaba muy temprano, entraba a las 7 hs, así que
a las 5,30 ya estaba viajando. Iba por la Avenida Presidente Figueroa Alcorta,
en el semáforo que esta frente al Planetario el colectivo de detiene por estar
la luz en rojo. Observando por la ventanilla del colectivo veo un Ford Fairlene
de color negro que va doblando, el conductor y detrás de él estaba nada más y
nada menos que el PRESIDENTE RAÚL
RICARDO ALFONSIN, cruzamos la mirada a la distancia y establecimos el siguiente
dialogo:
-Grande Don Raúl por ser un presidente firme.
-Gracias mi hijo -me contesto-.
-Sepa Ud. Doctor que cuando voté por primera vez el 30 de
octubre de 1983, tenía 21 años, en una escuela de Flores, lo hice por Ud.
-Gracias mi hijo.
-Después me alegré cuando firmó el decreto para enjuiciar
a las Juntas Militares, un hecho histórico que todavía no tenemos dimensión del
mismo, pero que dentro de unos años le daremos la dimensión que se merece, Don
Ricardo.
-Gracias por sus palabras, espero que así sea.
-No me gustó ni entendí sus leyes de Punto Final y
Obediencia Debida, aunque sabe Doctor, quizás dentro de unos años las pueda ver
en perspectiva histórica,
-Lo entiendo hijo, muchos opinan igual que Ud. Era lo
único que podía hacer para salvar la democracia, tenga paciencia dentro de un
tiempo lo entenderá. Ud. es joven y la sabiduría de la vida lo ayudará a ver lo
que hice en ese momento,
-Si Doctor, valoro que estuvo al frente de la Tablada
cuando unos cuantos fueron llevados por algún mesiánico a cometer esa estupidez
de retroceder la historia a tiempos violentos,
-Gracias, es lo que debe hacer el ciudadano Presidente,
es mi función, para eso me eligieron,
-Y si Ud. me lo permite, mientras no retrase su ida a
Casa de Gobierno, le quiero comentar dos o tres cositas
.
-Adelante hijo, métale nomás.
-Mi familia paterna siempre fue peronista, peones de campo,
el ascenso social, bueno Ud. sabe, todo eso que dicen los intelectuales; lo
real es que siempre votaron –cuando se podía en la Argentina– por el candidato
peronista. Pero en el 83 mi padre no quiso hacerlo por su adversario político
el Dr. Luder y le pidió permiso a mi abuelo y votó por Ud. Doctor. Esto me lo
confesó hace unos años y eso agiganta su figura.
-Hijo, sus palabras no tienen más que llenarme de
orgullo, sabía que entre los votos también había de peronistas a los que
siempre he respetado como buen radical.
-Pero Ud. tenía otras cosas.
-Ah, sí, una pena que los sindicalistas en este país no
lo hayan interpretado y no lo hayan apoyado, con 13 paros no contribuyeron a
sacar adelante el país, también tuvo a varios de mi gremio, la iglesia, en
contra, sin embargo siguió adelante buscando cumplir y hacer cumplir la
Constitución Nacional, pero tenga cuidado en los próximos meses de los
empresarios y los que usan la política para los negocios propios…
-Es verdad hijo, me han dolido los paros, pero los
radicales siempre respetamos la Constitución y a los trabajadores y sus
reclamos, también los hombres de su gremio, la Iglesia, me pegaron fuerte. Como
Jefe de las fuerzas Armadas les he contestado desde su mismo púlpito y esperé
que aportaran pruebas, pero nadie aportó nada y sobre el futuro en verdad el
río suena y cuando el río suena….
Algo más hijo….
-No don Raúl, gracias por este tiempo que Ud. me ha
dispensado, haremos memoria de su tiempo, de su historia, de esta Argentina cuyos
habitantes le debemos agradecer por tomar el timón en momentos duros y en medio
de calmas y tormentas muy fuertes nos va conduciendo. Después de años, va pasar
la banda y el bastón presidencial a otro ciudadano elegido democráticamente por el
pueblo….
-Un abrazo hijo.
-Hasta siempre Don Raúl.
Seguí por los bosques de Palermo rumbo a mi labor diario.
Alfonsín siguió su camino rumbo a Balcarce 50.
Muchos años después estuve por Chascomús y lo primero que
quise hacer es conocer la casa de Raúl Ricardo Alfonsín, a la distancia,
después de ver pasar a tantos gobiernos elegidos por el voto, voy valorando la
figura de este presidente que se fue a su casa sin denuncias de corrupción, que
fue un Estadista reconocido por los hombres y las mujeres de bien, que su
muerte fue una confluencia de sectores diferentes que compartieron en el
Congreso su velatorio y que muchos deberían leer para conducir a esta Argentina
a sus destinos de grandeza.
El prólogo escrito por Juan Carlos Portantiero,
prestigioso intelectual, en el libro “Memoria
Política, Transición a la democracia y derechos humanos” de Don Raúl R.
Alfonsín dice: “Desfilan por el texto el
análisis de definiciones y de episodios tan trascendentales como la política de
derechos humanos bajo su gobierno, el juicio a las Juntas Militares, las
asonadas de Rico y Seineldín, las leyes de punto final y obediencia debida, el
ataque que efectuaron los rezagos de la guerrilla al cuarte de La Tablada, la
hiperinflación y el trámite de su renuncia anticipada, para concluir su memoria,
ya fuera de la presidencia, con los vericuetos del Pacto que llevó a la reforma
de la Constitución de 1994. De todos estos temas el más impactante, el que con
mayor énfasis subraya lo que la gestión de Alfonsín tuvo de ruptura con un
largo pasado de impunidades y amnistías frentes a las violaciones del Estado de
Derecho que jalonaron por lo menos cincuenta años de vida argentina, fue el de
la manera en que se diseñó y puso en marcha una política de derechos humanos
que fuera ejemplificadora hacia el pasado, pero que a la vez pudiera hacerse
cargo de sus consecuencia hacia el futuro”.
Entonces de todos los encuentros que pudo escuchar Luis
Brandoni, aquí va el aporte de uno más, de un ciudadano y su presidente. Los
bosques de Palermo fueron testigos de las miradas y las palabras que son
memoria e historia en la construcción diaria de un país y una Patria para
todos.
Hasta siempre Don Raúl Ricardo.
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