Parafraseando a Publio Terencio Africano diré que: Soy hombre y por lo tanto nada de lo humano y de todo ser viviente que viva en la tierra y en el universo me es indiferente y ajeno a mi vida.
Como dijo Anaxágoras: Todo tiene que ver con todo.








sábado, 5 de diciembre de 2015

Queridos Jóvenes Egresados de la Promoción 2015






Creo que hoy estamos viviendo una fiesta de la esperanza, esa esperanza que nos posibilita animarnos a estar juntos, a celebrar, a encontrarnos alrededor de este fogón que es el altar. Toda despedida –como la que estamos realizando- nos posibilita el comenzar a vivir nuevas experiencias, pero también generar la posibilidad del reencuentro.

La historia es lo que vivimos cada día cada uno de nosotros porque no somos espectadores de la vida, somos protagonistas de la misma. A ustedes que le gustan los tatuajes, ojalá que se lleven tatuados en sus almas, en sus espíritus, en sus corazones todos aquellos rostros, gestos, palabras y acciones que fueron viviendo en estos años. Jornadas, Caroya, Metán, Ohana, Olimpiadas,  eventos, Torneos, fiestas, viaje de egresados, y muchas vivencias más que ahora recorren su mente.

Estoy convencido,  de que  sus padres, abuelos, hermanos, amigos, compañeros, maestros, profesores, preceptores, maestranza, administrativos y sacerdotes les dimos las mejores herramientas durante todos estos años para poder aceptar y enfrentar diversos desafíos que se le irán presentando. Estas herramientas, que ustedes se fueron apropiando,  son la que ahora les dan la posibilidad de ser protagonistas de su propia existencia, de su propia historia y las deberán  utilizar en las diversas circunstancias que surgirán en los nuevos caminos  de la vida que ya están transitando.

Fuimos cincelando, como escultores, en su vida todo aquello que creímos era lo mejor para ustedes. Ahora son ustedes los que toman ese buril y martillo para labrar la piedra de sus propias vidas, dedicándose con entusiasmo a lo que hagan cada día de su vida.

Estudien, trabajen, proyecten, vislumbren, sueñen con mucha dedicación. Dedicación  es darle tiempo al pensar, a escribir, a estudiar, a analizar. Dedicación es esfuerzo. Ese esfuerzo tendrá su recompensa cuando vemos que se van cumpliendo lo soñado y proyectado.


Sean individuos originales, pero que puedan dar un gran salto y vencer el individualismo. Que en el trabajo en equipo, al confrontar sus miradas con la de otros; al poner sus ideas en el tapete, reconozcan el valor y la riqueza  de las distintas visiones de aquello que quieren realizar.

Fue Jesús un gran facilitador de equipos.  Sus gestos, palabras y actitudes fueron llenando el corazón de aquellos que lo veían, lo escuchaban y lo seguían. Por eso tuvieron el deseo de salir a compartir esta buena noticia con los demás, era algo que no se podía guardar, era un fuego que debía encender a otros.
El fanatismo en nuestras ideas nos ciega. Ser fanático obtura la posibilidad de encontrarme con el otro. Clausura el diálogo. La no violencia es uno de los caminos que debemos aprender a caminar. Tener nuestras ideas y tener la capacidad de confrontar con los otros nos permite crecer, como personas y como sociedad humana. Es necesario trabajar la esperanza por sobre la violencia.

Aquí también nos debemos saber sostenidos por el amor de Dios que nos invita a beber, a abrevar en las aguas del diálogo, de la justicia y de la paz.

Es necesario que nos pensemos como habitantes del hogar común que es la Tierra; por eso es necesaria la hospitalidad, la búsqueda de la sociabilidad y la convivencia pacífica de todos los seres humanos y con todos los seres de la naturaleza.  El respeto a las diferencias como expresión de la riqueza humana, diferencias que no deben desembocar en desigualdades; la reconciliación entre los pueblos y las personas y la eliminación de toda forma de violencia, odio y venganza;  son objetivos que tenemos por trabajar día a día.

Seamos compasivos con nuestros semejantes.  La com-pasión en su sentido etimológico: ponerse en lugar de los otros, compartir sus alegrías y sus sufrimientos, sus anhelos y esperanzas, sus luchas, sus clamores angustiados, ponerse en su lugar. Ser misericordiosos ante el dolor, ante el error de otro. Cuesta mucho, lo sé, pero siempre vale el intento. La misericordia restañe lo herido, sana y regenera nuestra relaciones.

Vivimos existencialmente nuestra vida cotidiana. A veces en esa vida se produce un vacío. Un pozo profundo en el cual vamos cayendo y no podemos hacer pie. Drogas, alcohol y otros elementos que creemos son los atajos que nos van a hacer bien, pero no nos solucionan nada, al contrario nos producen más desazón, tristeza, desánimo.

Con muchos de ustedes visitamos el Museo del Holocausto y la Casa de Anna Frank. Ahí encontramos cientos de historias de personas que aún en una de las más crueles deshumanizaciones conservaban  el hilo de la existencia, que lo fueron transformando en gritos y animaron a sobrevivir en medio de tanta muerte y tanto horror. Que podamos llenar nuestra existencia de vida, de encuentros, de gestos, de sueños, de proyectos.

Cuando emprendemos algo y advertimos con el tiempo que estamos equivocados, que no es lo correcto podemos cambiar el rumbo. Tenemos que tener la capacidad de  decir “me equivoqué”. Mirar la vida desde la Resurrección es ver que nuestro peregrinaje tiene un sentido, que la cruz no es un punto de llegada, sino un puente-un paso- un salto que nos permite pasar a la Vida


Somos invitados por Francisco –nuestro hermano mayor- a vivir la revolución de la ternura. La ternura nos posibilita desplegar nuestras fortalezas, convivir con nuestras fragilidades; sabernos que somos personas débiles pero que nos hacemos fuertes cuando nos miramos a los ojos y al corazón del otro y nos sentimos unidos. La humanidad necesita de la ternura en las relaciones como nuestro cuerpo necesita del oxigeno para seguir viviendo. No nos olvidados de  los pobres y empobrecidos. Ellos dependen de nuestras actitudes y gestos solidarios para vivir.


Queridas Familias de los Egresados: El cosmos no para de cambiar. Estamos rodeados de milagros. La presencia de sus hijos e hijas en este momento es uno de ellos. El amor y el saber nos sirven para dignificarnos y ayudar a reconocer la dignidad de personas  a otros tantos seres que viven sin esperanza, frustrados, desilusionados. La solidaridad es el vínculo más fuerte que nos recuerda aquello que somos: seres humanos. Que se animen al encuentro, al dialogo, a la verdad entre ustedes.

Colegas docentes del Santa Cruz, la nuestra es un una vocación de trabajo y de servicio, que colabora en la construcción de ciudadanía y de la Nación. Sepamos por experiencia que nuestras palabras y que nuestros gestos nunca caen en saco roto. Siempre, tarde o temprano, dan sus frutos. Que esto anime nuestra tarea docente. Ayudemos a buscar la verdad, que podamos despojarnos de nuestras mezquindades ideológicas con la certeza que contribuimos a un mundo mejor para las generaciones que nos siguen en la vida.

Chicas y chicos que hoy Egresan no se la crean…pero si créanse que pueden  hacerlo, intenten, luchen, busquen, golpeen puertas…no se detengan ante el primer no, con el tiempo se darán cuenta que ese no era necesario escucharlo. Tienen dones, posibilidades, capacidades para lograr aquello que se propongan en la vida. Que el bien lo puedan hacer bien. Sean honrados en sus vocaciones y en sus profesiones. La honradez nos permite disfrutar de la vida con alegría. Sean personas de bien.

Qué el Buen Dios bendiga sus vidas, sus sueños, sus proyectos y qué el viento que sopla cuándo y dónde quiere nos reúna un día en la mesa fraterna de la humanidad como peregrinamos de la historia. Gracias!!!

Lic. Sergio L. R. Dalbessio


Nota: Discurso leído ayer  4 de diciembre de 2015 en el acto de Promoción de los nuevos Egresados. 

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